Contra la vulgarización

  
Sin ánimo de ofender porque,como siempre, me estoy hablando.
aquí me la juego :(

La necedad de un elevado número e incluso de la mayoría de los hombres, en nuestra época sobre todo, y cada vez más a medida que se generaliza y se acentúa la decadencia intelectual característica del último periodo cíclico, es quizás la cosa más difícil de soportar que haya en este mundo.

Es menester agregar a este respecto la ignorancia, o más precisamente un cierto tipo de ignorancia que le está por lo demás estrechamente ligada, una ignorancia que no es en modo alguno consciente de sí misma, una ignorancia que se permite afirmar tanto más audazmente cuanto menos sabe y menos comprende, y que, por eso mismo, en el que está afligido por ella, es un mal irremediable.

Necedad e ignorancia pueden reunirse en suma bajo el nombre común de incomprensión; pero debe entenderse bien que soportar esta incomprensión no implica de ningún modo que uno deba hacerle concesiones, ni que deba abstenerse de rectificar los errores a los que da nacimiento y de hacer todo lo posible para impedirles extenderse, lo que, por lo demás, es bien frecuentemente una tarea muy penosa, sobre todo cuando uno se encuentra obligado, en presencia de la obstinación de algunos, a repetir muchas veces cosas que, normalmente, debería bastar haber dicho de una vez por todas.

Por otra parte, esta obstinación con la que uno se choca así no está siempre exenta de mala fe; y, a decir verdad, la mala fe misma implica forzosamente una estrechez de miras que no es en definitiva más que la consecuencia de una incomprensión más o menos completa, eso, cuando no ocurre también que incomprensión real y mala fe, así como necedad y maldad de intenciones, se mezclan de una tal manera que es a veces bien difícil determinar exactamente la parte de una y de la otra.

Al hablar de concesiones hechas a la incomprensión, pensamos concretamente en la vulgarización bajo todas sus formas; querer «poner al alcance de todo el mundo» verdades cualesquiera, o lo que se considera al menos como verdades, cuando ese «todo el mundo» comprende necesariamente una gran mayoría de necios y de ignorantes.

 Por lo demás, la vulgarización procede de una preocupación eminentemente profana, y, como toda propaganda, supone en el mismo que se libra a ella un cierto grado de incomprensión, relativamente menor sin duda que el del «gran público» al cual se dirige, pero tanto mayor cuanto más rebase el nivel mental de éste lo que pretenda exponer. Por eso es por lo que los inconvenientes de la vulgarización son más limitados cuando lo que se dedica a difundir es igualmente de un orden completamente profano, como las concepciones filosóficas y científicas modernas, que, incluso en la parte de verdad que puede ocurrir que contengan, no tienen ciertamente nada de profundo ni de trascendente.

Por lo demás, este caso es el más frecuente, ya que es eso sobre todo lo que interesa al «gran público» a consecuencia de la educación que ha recibido, y también lo que le da más fácilmente la agradable ilusión de un «saber» adquirido a poco precio; el vulgarizador deforma siempre las cosas por simplificación, y también afirmando perentoriamente lo que los expertos mismos no miran sino como simples hipótesis, pero, al tomar una tal actitud, no hace en suma más que continuar los procedimientos en uso en la enseñanza rudimentaria que se impone a todos en el mundo moderno, y que, en el fondo, no es también nada más que vulgarización, y quizás la peor de todas en un sentido, ya que da a la mentalidad de aquellos que la reciben un moldeado «cientificista» del que bien pocos son capaces de deshacerse después, y que el trabajo de los vulgarizadores propiamente dichos apenas hace otra cosa que mantener y reforzar todavía, lo que atenúa su responsabilidad en una cierta medida.

Actualmente hay otro tipo de vulgarización que, aunque no alcanza sino a un público más restringido, nos parece que representa peligros más graves, aunque no sea más que por las confusiones que corre el riesgo de provocar voluntaria o involuntariamente, y que apunta a lo que, por su naturaleza misma, debería estar más completamente al abrigo de semejantes tentativas, queremos decir, las doctrinas tradicionales y más particularmente las doctrinas orientales. A decir verdad, los ocultistas y los teosofistas habían emprendido ya algo de este género, pero no habían llegado a producir sino groseras contrahechuras; lo que ahora se trata reviste apariencias más serias, diríamos de buena gana más «respetables», que pueden imponerse a muchas gentes que no habrían sido seducidos por deformaciones demasiado visiblemente caricaturescas.

Por lo demás, entre los vulgarizadores, hay que hacer una distinción en lo que concierne a sus intenciones, aunque no en los resultados en los cuales desembocan; naturalmente, todos quieren extender igualmente lo más posible las ideas que exponen, pero pueden ser llevados a ello por motivos muy diferentes.

Por una parte, hay propagandistas cuya sinceridad no es ciertamente dudosa, pero cuya actitud misma prueba que su comprensión doctrinal no podría ir muy lejos; además, incluso en los límites de lo que comprenden, las necesidades de la propaganda les llevan forzosamente a acomodarse siempre a la mentalidad de aquellos a quienes se dirigen, lo que, sobre todo cuando se trata de un público occidental «medio», no puede ser más que en detrimento de la verdad; y lo más curioso es que hay en eso para ellos una tal necesidad que sería completamente injusto acusarles de alterar voluntariamente esta verdad.

Por otra parte, los hay que, en el fondo, no se interesan sino muy mediocremente en las doctrinas, pero que, habiendo constatado el éxito que tienen estas cosas en un medio bastante extenso, encuentran oportuno aprovechar esta «moda» y han hecho de ello una verdadera empresa comercial; por lo demás, eso son mucho más «eclécticos» que los primeros, y difunden indistintamente todo lo que les parece que se acomoda a la satisfacción de los gustos de una cierta «clientela», lo que, evidentemente, es su principal preocupación, incluso cuando se creen en el deber de proclamar algunas pretensiones a la «espiritualidad».

Bien entendido, no queremos citar ningún nombre, pero pensamos que muchos de nuestros lectores podrán encontrar fácilmente por sí mismos algunos ejemplos de uno y otro caso; y no hablamos de simples charlatanes, como se encuentran sobre todo entre los pseudo-esoteristas, que engañan a sabiendas al público presentándole sus propias invenciones bajo la etiqueta de doctrinas de las cuales ignoran casi todo, contribuyendo así a aumentar más la confusión en el espíritu de ese desdichado público.

Lo más penoso de todo esto, aparte de las ideas falsas o «simplistas» que se extienden así sobre las doctrinas tradicionales, es que muchas gentes no saben hacer siquiera la distinción entre la obra de los vulgarizadores de toda especie y una exposición hecha por el contrario al margen de toda preocupación de agradar al público o de ponerse a su alcance; lo ponen todo sobre el mismo plano, y llegan a atribuir las mismas intenciones a todo, comprendido lo que está más alejado de eso en realidad. Aquí, tenemos que vérnoslas con la necedad pura y simple, pero a veces también con la mala fe, o más probablemente con una mezcla de una y otra; en efecto, para tomar un ejemplo que nos concierne directamente, ¿cómo sería posible, después de que hemos explicado claramente, cada vez que se ha presentado la ocasión para ello, cuántas y por cuáles razones somos resueltamente opuestos a toda propaganda, así como a toda vulgarización, puesto que hemos protestado en varias ocasiones contra las aserciones de algunos que, a despecho de eso, por ello no pretendían menos atribuirnos intenciones propagandistas, cómo sería posible, decimos, cuando vemos a esas mismas gentes o a otras que se les parecen repetir indefinidamente la misma calumnia, admitir que sean realmente de buena fe? Al menos, si a falta de toda comprensión, tuvieran siquiera un poco de espíritu lógico, les pediríamos que nos dijeran qué interés podríamos tener en buscar convencer a cualquiera de la verdad de tal o cual idea, y estamos bien seguro de que jamás podrían encontrar la menor respuesta un poco plausible a esta pregunta.

En efecto, entre los propagandistas y los vulgarizadores, unos son tales por efecto de una sentimentalidad desplazada, y los otros porque encuentran en ello un provecho material; ahora bien, es harto evidente, por la manera misma en la que exponemos las doctrinas, que ni uno ni otro de esos dos motivos entra aquí en parte alguna por mínima que sea, y que, por lo demás, suponiendo que hayamos podido proponernos alguna vez hacer una propaganda cualquiera, habríamos adoptado entonces necesariamente una actitud completamente opuesta a la rigurosa intransigencia doctrinal que ha sido constantemente la nuestra.

No queremos insistir más en ello, pero al constatar por diversos lados, desde hace algún tiempo, una extraña recrudescencia de los ataques más injustos y más injustificados, nos ha parecido necesario, aún a riesgo de atraernos el reproche de repetirnos demasiado frecuentemente, poner una vez más las cosas en su punto.


(René Guénon.- Iniciación y Realización espiritual)
    

17 pensamientos +:

Anónimo dijo...

Ole, ole y ole, ese peaso de Guénon hablando claro pese a quién pese. No conocía este texto y me he quedado de piedra. QUE JOYA!!!!

Leido hoy no ha perdido vigencia y sin ánimo de ofender (y me importa un rábano que lo que piensen de mí) lo suscribo al 100%.

Y tranquila Ane que no te la juegas: quien puediera ofenderse jamás se va a dar por aludido.

Un abrazote.

Anónimo dijo...

Por cierto, buena elección en la foto que ilustra la entrada.

Anónimo dijo...

Uff, menos mal que al final he visto que el artículo era de Guenon,no lo reconoci y pensé, pero porqué estas tan irritada Ane, algo a debido pasar.
Pero a estas alturas ya sabemos que nos advirtieron de "falsos profetas" y de gentes que obran en contra para tirar por el suelo la obra, vándalos que como no son capaces de hacer el bien se dedican a hacer ridiculo de los haceres de los demás. Y lo hacen con empeño, eh.
No se que les va en ello, prefiero no saberlo....

Anónimo dijo...

La mayoria de los buenos dejan hacer, Wu Wei.

Anónimo dijo...

¿Wu Wei = dejar hacer? ¿Buenos y malos?

Perfecto ejemplo de lo que denuncia Guénon.

Anónimo dijo...

Por lo que yo se de Guenon, considerado el ultimo metafisico de Occidente,sabio, iniciado, conocedor,... siempre estaba enrabietado y haciendole frente a las publicaciones de tontos ... Tiempo perdido
Cuantas cosas he leido y cuanto he aprendido de él!!
Algunas lógicas, otras todavia estoy en ese aquel...
Nunca he encontrado ni pienso encontrar el maestro perfecto.
Maestros ,puede ser, pero perfectos...
Huye de los maestros corre corre

Anónimo dijo...

Dejar hacer, dejar que las cosas sucedan sin intervenir, sin encabezonarse.
¿ que tienen que ver los buenos y malos?
NO existen buenos y malos.

Roberto dijo...

El árbol expande sus semillas sin preocuparse de donde van a parar estas, ni si arraigarán o no. O, como de otra forma dijo Dogen "sin ánimo de fama ni de provecho". Eso es difícil de encontrar, en uno mismo y en los otros.

Por cierto, la foto es de Iroshi Sugimoto, un fotógrafo japones que, en su obra, intentó expresar la nada, a la cual, imposible de fotografiar, solo se la puede sugerir, indicar por alusiones.

Roberto dijo...

Este es un modesto homenaje fotográfico que una vez hice a Iroshi Sugimoto http://www.flickr.com/photos/roberto_poveda/3776261578/

Anónimo dijo...

Por mucho que os encabezoneis Wu Wei no es dejar hacer, y mucho menos no intervenir. Es un error común producido, como casi todos, por una vulgarización de la enseñanza , por una excesiva comercialización de la Tradición y un manoseo por parte de quén todos sabemos.

Cerrad los Dojos a los curiosos y consumidores de espiritualidad!!!! Habeis convertido esto en un Bussines con vuestros maestros vende libros y televisivos, con vuestra Super Azi saca cuartos, con los kesas que se venden hechos, con vuestras sesshins ¿urbanas? a 120 eurazos, con el Super Templo Zen de diseño en medio de Barcelona.

Volved a la tradición hermética, a la Iniciación, al estudio y práctica en la sombra. En definitiva, al Respeto a la TRADICIÓN.

Muiso dijo...

Escuché hace tiempo una interpretación de "wu wei" que, a mi entender, es la que más se acerca a la original, dice así: "hacer sin hacer, haciendo". A mi me vale, intuitivamente, en mi vida cotidiana.
Por otra parte, estimado "anonimo acusador", he practicado Zazen durante 17 años, con diferentes maestros, parte de la AZI y parte no-AZIs. Pues bien, hasta el momento no he visto en ellos ningún atisbo de esas actitudes mercantilistas de las que hablas, sino más bien, he encontrado personas sumamente humildes en lo economico y quasi parcos en la enseñanza. En mi dojo pagamos 20€ al mes como cuota, salvo estudiantes y parados que pagan 1/2 cuota o nada, dependiendo de su economia personal.
Siento, cordialmente, que tus juicios son cuando menos excesivos.

Anónimo dijo...

Pues si tras 17 años de práctica no te has encontrado con el mercadeo sexual, económico y de todo tipo es que no te has fijado bien. Dá para un Salvame de Lux entero.

¿O eres tan iluso para creer que en el Zen no se reproducen los comportaminetos habituales del ser humano?

Ejemplos a miles:
Maestros zen ejecutivos de multinacional de lunes a viernes, templos faraónicos, sesshins excesivamente caras( y abundantes)realizadas con vete a saber que ánimo, harenes en la sombra para maestros fogosos, sexo y drogas en los campos de verano etc...

Y por no hablar del estado del Zen en los Estados Unidos (¿hacen falta ejemplos?)

Muiso dijo...

Leyéndote, "anónimo acusador", me da la impresión que a lo mejor tu te has fijado demasiado en ciertos aspectos que reproducen el comportamiento de todo grupo humano, me imagino que yo estaba embarcado en otros menesteres menos mundanos.
Cuando me preguntan por el precio de las enseñanzas y seminarios de distintos "maestros", siempre contesto lo mismo: En la trasmision de las distintas tradiciones no debe haber dinero por el medio ni pago de ninguna índole salvo el necesario para la manutención. He tenido muchas discusiones por ser inflexible en esta actitud. Claro que conozco suficientemente los distintos entramados economicos de los distintos gurus, maestrillos, maestros ascendidos, chamanes de pacotilla, sanadores millonarios, herederos por linea paterna de los grandes secretos chinos del qi,Osho´s editorial,vendedores de humo purificador.....etc etc etc, en fin: Te contento tu conciencia y me das tu dinero. La frase de Jesus de nazaret: " Deja todo lo que tienes y sígueme" la han traducido como: " Dame todo lo que tienes y no molestes". Pues claro, amigo mio , que no soy inconsciente al respecto.
E insisto: No he apreciado afán economicista en los tres maestros Zen que he conocido, de otra manera habria salido huyendo y, te aseguro, ya lo he hecho en varias ocasiones e instancias, en cuanto he atisbado el dinero como fin último en algún "maestro".

No pongo en duda tus aseveraciones respecto del estado general del todoterrenismo espiritual que acontece hoy dia, pero tengo que salvar lo que debe ser salvado.

Por este medio es dificil de comunicar, pero:

Una sonrisa para tí de mi. :-)

Kyosaku dijo...

Querido anónimo enfurecido:
Creo que estás realizando unas denuncias bastante serias respecto a las personas que buenamente nos hemos refugiado en la práctica del Zen. No se que afán tienes en degradar la labor que estan haciendo muchas personas por mantener viva esta práctica sin esperar ninguna recompensa,ni fama , ni dinero, ni favores sexuales..
Seguro que conoces muy bien el Zen y por eso tienes referencias para decir lo que dices.Te pido que me perdones si soy ignorante pero solo llevo diez años practicando Zen y seguro que hay muchas cosas que se me han escapado.
Pero me tomo la licencia de contestarte.
Los comportamientos habituales en el ser humano son habituales tambien entre las gentes que practican Zen, principalmente porque somos "humanos".
No conozco a ningún maestro en España que tenga un harem , solo conozco personas que han tenido historias personales y privadas con sus parejas, como todo hijo de vecino. En otros paises será otro cantar, no lo se.
Aqui rico no se hace nadie, ya te dice el responsable del dojo de nuestra ciudad que se pagan 20 euros al mes ,poco mas que para cubrir las facturas de la calefacción , la luz y el agua
y me consta que muchas veces tiene que poner dinero de su bolsillo.
Las sessines hay que pagarlas , claro, tu vas a estar 3 o 4 dias en un local, con comida , alojamiento, calefacción... y el que las dirije no se lleva ni un euro. Yo soy pensionista, no puedo pagarme las sessines, pues no voy y punto.
En cuanto a drogas en el campo de verano, yo no lo he visto. Se que ha habido gente , no vamos a ir de pánfilos,que se ha tomado licencias ( buscadores de emociones que han caido en el Zen como podían haber caido en el Real Madrid)y han sido amonestados o expulsados, pero nunca han sido consentidos.
Por lo demás y no queriendo caer en la trampa como Guenon, me arrepiento de haberte contestado.
Debes ser una persona de gran virtud cuando puedes decir a los demás lo mal que lo hacemos, ahora tambien te deseo suerte en tu tarea de inquisidor.
¡ Gasso! ¡ Que la suerte te acompañe!

mikaela dijo...

Mi intención al colgar el capítulo de Guénon era reflexionar sobre el valor auténtico de zazen.

Comprendo el escándalo de Anónimo y lo comparto. Cuando me apasiono digo lo mismo o incluso más duro, y digo lo que siento, que me parecen de bofetada según qué conductas. Un poco después, cuando estoy en un modo más calmado, pienso como Muiso o Kyosaku: que son humanos como yo. Lo cual explica pero no justifica. Comprender no es igual que disculpar.

Pero en cuanto a la enseñanza y a la práctica de zazen, no tengo ninguna duda (y seguramente Anónimo tampoco, teniendo en cuenta su reacción): es una joya que tiene que ser protegida.

Hasta donde he podido ver, todos los que comentan en el musgo están de acuerdo en eso que es lo que de verdad nos importa: proteger y transmitir lo mejor que podamos.

Ah, Roberto, gracias por la información sobre Sugimoto, he visto sus fotografías y las tuyas. Hay que verlas :)

Anónimo dijo...

¿trasmitiendo? ¿una postura? y qué con eso. Practico zazen pero he tenido que buscarme la vida para entender algo. Les pediría a los monjes que están a la cabeza de un dojo que no respondieran con vaguedades. Perdonarme si lo digo aquí pero es porque he visto que se puede por los post que explican cosas de los simbolos como el kesa. No es por ofender tampoco pero necesito entender.
gasso

Kyosaku dijo...

Querido anonimo enfurecido:
Rebaja un poco tu nivel y asi a lo mejor podemos hacer algo.
Porque sino te vamos a poner el culo colorao
( perdon y risas...)

Publicar un comentario