El dojo de los pingüinos
No sé por qué así suelo sentirme en las sesshines y también en el dojo:
Siguiendo a los mayores. Ellos tan imponentes, vestidos con un manto de sabiduría inmensa. Yo pequeña...
... divertida y patosa.
Echando una mano torpe a mis iguales.
Aprendiendo a vivir y descubriendo el mundo.
Cortesía de Jurozu
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3 pensamientos +:
TERNURA (por las imágenes) y NOSTALGIA (por la música).
la verdad, no se porque te causa ese sentimiento de ser "tan pequeñita" a mi no me lo pareces, en cambio yo que soy de kimono, kolomo y Kesa me parece que me paso el dia pisando charcos.
Toni
Pues... no sé. Es que cuando os cubrís con el Kesa, de pronto el humano que hay debajo se endereza y se vuelve enorme y dulce y bellísimo, seguro, acogedor. Como que investidos con el Kesa se conocen todas las preguntas-respuestas. El mundo entero vuelve a ser un hogar.
Y he tenido más de una vez la sensación deliciosa de ser como el pingüinito ése que se sube a los pies del grande. Y el grande lo lleva. Y los dos juntos pisan charcos (eso me encanta) y chapotean.
Y más: la congregación de Kesas en el jardín después de un zazen...
bss, Comando
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