La formación del ego

   
Hablar de la experiencia de la iluminación, de lo que es y no es, sólo consigue llenar la mente de fantasías de forma que estaremos tan ocupados con lo que “tiene que ser”, con lo que “tenemos” que sentir o lo que sentiremos cuando "logremos" la iluminación, que todo lo que estaremos logrando momento tras momento será un buen dolor de cabeza y más alienación todavía.

Así que vamos a ver cómo se forma el ego,  la materia prima con la que trabajamos en la Vía.

La mayor parte de las religiones se refieren a esta materia prima de forma peyorativa. En el Zen no se le considera tan repugnante sino un terreno extremadamente fértil. (De hecho es lo que estudiamos y por ese estudio, abandonamos y olvidamos. Que ya lo dice Dôgen: "... estudiarse a sí mismo... olvidarse de sí mismo... ser certificado por todas las existencias...)
 
Fundamentalmente sólo existe un inacabable espacio abierto y luminoso. Solamente existe el Fundamento último (y es de esto de lo que trata la metafísica y la Tradición). Eso es lo que somos de verdad cuando se apartan todos los velos (lo que por aquí llamamos "la naturaleza original" )


Nuestro estado fundamental, antes de la formación del ego, tiene una libertad básica, una cualidad abierta. En la percepción de un objeto, simplemente hay eso: percepción. Es luego cuando nos ponemos a buscarle un nombre. Este proceso de evaluación es ilusorio, no toma todavía una forma sólida. Pero se crea una conciencia de yo estoy bailando en el espacio” . Y el espacio se hace sólido, en vez de ser uno con el espacio (inconsciente, natural y automáticamente), lo sentimos como algo separado y tangible y...

... comienza la primera dualidad: el espacio y yo; surge la forma, lo otro. Para que esto suceda tiene que haber cierta privación, cierto desmayo en el sentido de que se nos olvida lo que somos. Hay un alto repentino, una pausa, desaparece su cualidad blanda y aireada. Vidya (que normalmente se traduce por "ignorancia" y que la Tradición occidental nombra como "La Caída") lo ha transformado en percepción de espacio sólido.

Este es el primer skandha: la creación de la forma-ignorancia que tiene tres aspectos, tres etapas.

En la *primera... supongamos un desierto en el que de repente un grano de arena levanta la cabeza, mira y se da cuenta de todo: el sol que brilla, la textura del desierto... nos "damos cuenta" de que somos algo separado.


La **segunda etapa es cuando creemos que siempre ha sido así: el instinto de autoconciencia. Es nuestra excusa para permanecer separados. Es una ignorancia de tipo agresivo, o más bien es animosidad. Uno trata de asegurar su propio suelo, de crear un refugio para sí mismo porque uno se siente incómodo, desequilibrado, uno se siente un individuo separado, porque eso es lo que uno es: uno se ha identificado como algo separado del panorama de espacio y apertura.

El tercer tipo de ignorancia o la ***tercera etapa, es la ignorancia que se observa a sí misma, nos vigilamos a nosotros mismos y nos vemos como un objeto externo. Uno comienza a tener una relación con lo que se conoce como el mundo externo.

Al final uno comienza a crear el mundo de las formas externas. Este tipo de ignorancia, como todas en realidad, es inteligente. Es la conciencia que no puede hacer otra cosa que reaccionar a lo que ella misma proyecta en vez de ver, simplemente, lo que de veras está allí. No se da ninguna condición de dejar que las cosas sean porque uno desconoce lo que verdaderamente es.

El próximo paso es establecer un mecanismo para proteger la ignorancia: la sensación, que es el segundo skandha. Puesto que ya hemos "desconocido" (dejado de conocer) el espacio abierto, nos gustaría sentir las cualidades del espacio sólido para satisfacer la tendencia codiciosa que crece en nosotros. Comenzamos a extender nuestros sentidos hacia el mundo y sentir las cualidades de lo otro. De paso nos aseguramos a nosotros mismos que existimos. También siempre que sucede algo tratamos de determinar si la situación es seductora, amenazadora o neutral. Siempre que ocurre una separación repentina, siempre que hay una sensación de no saber cuál es la relación entre esto y aquello, tendemos a buscar a tientas algún fundamento y comenzamos a establecer el eficiente mecanismo de la sensación, el segundo skandha.

El tercer mecanismo que fortalece más el ego es el tercer skandha: la percepción-impulso. Aquí comenzamos a fraccionarnos con nuestra propia creación: los colores y las energías estáticas. Porque queremos relacionarnos con ellos, omenzamos a explorar nuestra creación. Para poder explorar eficazmente tiene que haber una especie de tablero de mandos, un conmutador que nos sirva de instrumento para el mecanismo de la sensación. La sensación transmite información al cuadro de distribución central, el cual es el acto de percepción. Sobre la base de esta información formamos nuestros juicios y reaccionamos a favor o en contra dependiendo de la sensación y percepción. Si la situación nos parece seductora entonces aparece el deseo y tratamos de atraparla. Si es amenazadora crece la animosidad y queremos suprimirla. Si es neutra surge la sensación de estupidez y permanecemos indiferentes.

Percepción es el acto de recibir información del mundo exterior. Impulso es la respuesta a esa información.

El cuarto skandha es el concepto, la etiqueta. El skandha de percepción-impulso es una reacción automática ante una sensación puramente empírica. Pero ella no valdría como defensa para proteger nuestra seguridad e ignorancia. Necesitamos del intelecto para ello. Nombrar y clasificar las cosas: bueno, malo, bonito, feo... de acuerdo con el impulso que nos parezca apropiado.

Hasta aquí el proceso de crecimiento del ego ha sido un proceso de acción-reacción. A partir de aquí el ego crece más allá del instinto animal y se hace más sutil. Comenzamos a utilizar la especulación intelectual para confirmarnos e interpretarnos, colocarnos en ciertas situaciones lógicas e interpretativas. La naturaleza básica del intelecto es muy lógica y habrá una tendencia a trabajar buscando una condición positiva, una tendencia a confirmar nuestra experiencia, a interpretar la debilidad de manera que parezca fuerza, confirmar lo que nos dice nuestra propia ignorancia. La inteligencia primordial funciona todo el tiempo pero ahora la utiliza la fijación dualista, la ignorancia.

En las primeras etapas esta inteligencia primordial funciona como la nitidez intuitiva de la sensación, luego funciona en su aspecto de intelecto. El yo es el producto de ese intelecto, es el rótulo que sirve para unificar en un todo los elementos desorganizados y dispersos que forman el ego.

La última etapa en la formación del ego es el quinto skandha: la conciencia. En este nivel se produce una amalgama: la inteligencia intuitiva del segundo skandha, la energía del tercero y la intelectualización del cuarto se combinan para producir pensamiento y emociones complejos.

En el quinto skandha encontramos los seis ámbitos de los sentidos junto a los hábitos incontrolables e ilógicos del pensamiento discursivo. Aquí ya alucinamos, le atribuimos a las cosas y acontecimientos valores que no tienen, opiniones definidas sobre la manera de ser de las cosas y sobre cómo "deben" de ser y aparece la proyección. Proyectamos nuestra visión de las cosas sobre lo que está ahí y nos hundimos en un mundo de creación propia, de valores y opiniones en conflicto, le imponemos al mundo de los fenómenos un significado que no tiene, luchamos por escapar y con eso nos cansamos tanto que terminamos rindiéndonos y dejamos que los pensamientos vaguen y alucinen.

Así se crean los seis lokas o ámbitos mundanos.

El primero es el Ámbito de los Dioses, el paraíso, un lugar lleno de cosas bellas y exóticas.

El segundo es el Ámbito de los Dioses Celosos el cual además de tener el sueño de los dioses quiere defender y mantener la bienaventuranza y felicidad.

Sufro de paranoia porque me preocupo de que otros puedan querer quitarme mis tesoros. Siento celos y comienzo a percibir la cualidad terrena de esas cosas y comienzo a sentirme en el mundo de los humanos: hago cosas corrientes. Este es el Ámbito Humano.

Pero siento que es algo insípido y monótono y todo el proceso desde el primer ámbito me parece pesado y estúpido. Aquí nace el Ámbito Animal. Prefiero arrastrarme y ladrar que disfrutar del orgullo o la envidia. Esta es la sencillez de los animales.

El proceso se intensifica y comienzo a sentir hambre y quiero volver a los ámbitos deleitosos de los dioses. Siento nostalgia y este es el Ámbito de los Espíritus Hambrientos (los gakis para quienes dejamos compaivamente un trocito de pan tras la comida. Después de todo para nosotros mismos, en estado de gakis tantas veces)

Entonces se pierde repentinamente la fe y se comienza a dudar de uno mismo y el mundo que ha creado. Este es el Ámbito de los Infiernos.

Esta parece ser una condición de todos al acercarnos a las enseñanzas y a zazen. Es el punto de partida de nuestra práctica. A menudo tenemos tendencia a buscar solamente el lado bello de la espiritualidad y pasar por alto lo que sentimos que somos en el momento. Es el peligro mayor. Si uno se aferra a las ideas de espiritualidad, autoanálisis o trascender el ego, de inmediato el ego se hace cargo de ellas y las convierte en autoengaño (no en vano a zazen se le denomina muchas veces como el arte del abandono)

Uno no debe intentar escapar en principio, sino que el primer paso es identificar lo que somos y sentimos. Cuanta más energía invirtamos en luchar contra ello más se fortalecerán las paredes que nos aprisionan y condenan al sufrimeinto porque ellas necesitan de nuestra atención para solidificarse. Es un gran problema  esa guerra entre yo y mi contrincante-yo (que zazen coloca en su lugar si nos decidimos a dejarnos hacer por él, su ritmo y su forma)
          

2 pensamientos +:

hilda diosquez dijo...

Maravillosas enseñanzas...Bendiciones!!!!!

mikaela dijo...

Y que nunca falten eslabones en la cadena de transmisión :)

Publicar un comentario