De vez en cuando, ayuna. Pongamos que un día de cada mes, el que mejor te venga. De comida o de palabras o de las dos cosas a la vez. De elecciones y decisiones. De quieros y no quieros. Suspende las apetencias y los planes y las expectativas. Solamente por ese día, que tampoco hace falta empalagarse.
Un día que no tengas que ir a trabajar, siéntate, quédate quieto y callado y permite que la vida pase por ti y te reclame en la forma que quiera. Si te llaman por teléfono responde, pero no llames tú para evitar la soledad, el silencio y la inactividad. Sin leer, sin radio ni tele, sin bordar, dibujar, escribir ni colorear..., tampoco en zazen. Nada. No escapes de ese día, ese único día durante el cual lo único que tienes que hacer es ser y estar.
Te aseguro que es todo un reto. Acompañar a la vida tal y como se manifieste y te pida. Sin elegir, sin decidir, sin buscar emociones o sensaciones. Anulado. Disponible.
Casi seguro que termina resultando un día eterno. O no.
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2 pensamientos +:
Buena idea. Dificililla pero buena y de buenos frutos. Mañana me pongo a ello, a ver qué pasa!
Espero que te haya sentado bien. Después de todo se parece a un zazen en vivo y continuado. O eso me pareció la mitad del día que lo probé ;-)
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