Hay que estar allí para verle la mirada que está hecha de cuarzo blanco, ébano y cristal de roca o vete a saber qué. Que está viva, lo tengo claro. Y que me conmueve bien hondo queda claro también porque sigo reeditando la entrada. Añadiendo. Ecribiendo.
Después de todo, reconozco que soy esto: apenas una aprendiz de escriba... y encantada!
Preciosa foto, muiso. Gracias.
Por cierto que esta escultura, pequeñita, se encontró en el Serapeum de Sakkara. Un lugar curioso que lleva cerrado diez años porque se está viniendo abajo.
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