Genjokoan (Sobre la actualización del koan)

El Genjokoan es el primer libro del Shôbogenzo (El Ojo del Tesoro de la Verdadera Ley). Fue compuesto por el maestro Dôgen en 1233 y originalmente era una carta dirigida a uno de sus discípulos.

Hay una interesante distinción entre el Dharma y los dharmas. El Dharma universal se refiere al orden cósmico. En cuanto a los dharmas o dharmas individuales, se refiere a la naturaleza propia, de cada uno, determinada por su karma. Para entendernos entre nosotros se ha adoptado la costumbre de usar la mayúscula para el universal y la minúscula para el propio.

Cuando todos los dharmas son conformes al Dharma, hay ilusión y despertar de la ilusión, práctica, nacimiento y muerte, Buddha y seres vivos.

Cuando los diez mil (diez mil en chino designa lo innumerable, es decir, lo infinito) dharmas ya no poseen ningún yo, no existen ni ilusión ni despertar, ni Buddhas ni seres vivos, ni nacimiento ni extinción.

[...]

Sean cuales sean nuestros pesares (en otra traducción: "aunque no nos guste"), las flores se marchitan y las malas hierbas crecen.

[...]

Salir al encuentro de todos los dharmas para practicarlos es ilusorio (aun cuando éste sea uno de los votos del bodhisattva: "por numerosos que sean los dharmas hago el voto de practicarlos todos"). El Despertar tiene lugar cuando los dharmas nos persiguen y nos practican.

Los que se despiertan enteros son los Buddhas, los que yerran por el interior del Despertar son los seres sensibles. Además, algunos obtienen un Despertar superior al Despertar; otros yerran por el interior del error.

Cuando los Buddhas son auténticamente Buddhas, les es inútil tener conciencia de ello. Sin embargo son Buddhas reconocidos y ellos mismos dan testimonio del Buddha. Con todo su cuerpo y todo su espíritu, captan las formas y los sonidos pero, para ellos, no son más que imágenes en el espejo o el reflejo de la luna en el agua. Cundo un lado se ilumina, el otro permanece en la sombra.

Estudiar la Vía es estudiarse a sí mismo.
Estudiarse a sí mismo es olvidarse de sí mismo.
Olvidarse de sí mismo es ser certificado (atestiguado) por todos los dharmas.
Ser certificado por todos los dharmas es abandonar el cuerpo y el espíritu, el yo y el tú (shin jin datsu raku).
Es ver desaparecer todo rastro de Despertar y hacer aparecer el Despertar sin rastros (abandonar hasta el deseo de abandonar, decía el maestro Ju-ching, el último rastro, el último abandono)

[...]

Cuando un hombre alcanza el Despertar, ocurre como con la luna que se refleja en el agua. La luna no se moja, el agua no se altera. La luz infinita de la luna cabe en una gota de agua. La luna y el cielo enteros están a gusto en el rocío sobre una brizna de hierba.

En estas gotas son flores lo que se refleja, pero viene a ser lo mismo para lo que nos ocupa.
 

0 pensamientos +:

Publicar un comentario