Gasshô para todos los que iniciaron un dojo


Hubo una vez un monje que no quería practicar solo.

Puede ser que porque así le hubieran instruido o porque aprendiera en propia carne y espíritu que hay soledades poco recomendables o porque hubiera recibido un tesoro de esos que son para compartir o no serían tesoros sino aburrimientos o incluso porque le hiciera gracia ser maestro una temporada.

Lo más seguro es que fuera una mezcla de todo esto y algunas razones más de todo tipo, tanto feas como bonitas. Confesables e inconfesables.

Después de todo, lo importante fue que se ocupó de buscar un lugar, hacerlo hermoso y soltar la oferta a los cuatro vientos para que los vientos hablaran en las orejas abiertas.

Esperó.

Llegaron.

Y todo fue bien durante un tiempo.

Luego fueron pasando cosas que cualquier responsable de dojo conoce. ¿O debería decir “padece”?

Si hubiera un congreso de responsables de dojo, que debería haberlo para que se pudieran desahogar, muchos caeríamos en la cuenta de lo difícil que es darle una forma adecuada a esa función, de la determinación diaria que supone, de lo zarandeados que están, de lo mal y poco que se les entiende. De las exigencias a las que les sometemos como si estuvieran más allá de todo cuando en realidad son tanto y tan poco como cualquiera. Con los mismos miedos, dudas y dificultades vitales que todos sólo que con el culo al aire y a la vista. Esforzándose muchas veces más allá (según yo) de lo razonable.

Pues que me parece que le debía un homenaje sincero a todos los que iniciaron un dojo y lo mantienen con su mejor sabiduría que igual no es la mejor pero es toda la que tienen y enterita que la ofrecen.

Y que no me extrañaría que de pronto un día el responsable del dojo donde practico me dijera dulcemente: “vale, mañana lo haces tú y critico yo”.

Por equilibrar.

8 pensamientos +:

Anónimo dijo...

Por equilibrar:

Tambien los practicantes "padecemos" a los responsables de los Dojos; muchos zafus vacíos así lo atestiguan.

De todas formas,gasshô a los que tocan madera cada día, yo sería incapaz de tal compromiso.

El que se sienta bajo el algarrobo

mikaela dijo...

Es verdad que algunos, algunas veces, se comportan de forma latosa según cada particular punto de vista.

Una de las cosas que me gustan del zen es que, generalmente, dentro del dojo todo eso se junta o desaparece o lo que sea, en una sola respiración.

Bueno, que lo que quería era agradecer el esfuerzo y la constancia.

La que escribió la entrada :)

claudio daniel dijo...

Así es Ane, coincido, dentro del Dojo "todo convive en una sola respiración".

Como responsable de mi propio Dojo, Senderos del Ki, aquí en Bs As, tengo la experiencia cotidiana de vivir lo que en tu texto comentas, Ane. Gente que viene y se va, otra que viene y viene pero que le cuesta estar y, algunos otros que vienen y están en cada respiración haciendo su práctica la que se vuelve un poco la práctica de todos al punto de poder realizarla en un ómnibus, en el trabajo o en casa. La práctica de sentar en la calma aún, estando en esos otros lugares que, producto de esa actitud, se vuelve el Dojo que cada uno puede aprender a habitar.

Abrazos muchos, Musguito y gracias por esta entrada.

Xaro La dijo...

Gasho

mikaela dijo...

Gracias por decir en alto lo que has dicho, Claudio.

He escuchado las quejas de mis compañeros de práctica en zafu y dojo. En alto. Muchas veces.

He escuchado las quejas de muchos de los responsables de los dojos. En bajito. Matizadas. Casi negadas según salían de sus bocas. Pocas veces.

Deberíamos comunicarnos más unos con otros sin guardar las apariencias, sin faltar a la cortesía debida, sin mentir ni ocultarnos.

Agradeciéndonos y reclamándonos unos a otros.

Por muchas razones y todas buenas. Para que ningún zafu se quede, triste y vacío, sin el culo que le corresponde, por ejemplo :)

Y.....gasshô, Xaro.

Roberto dijo...

La primera reflexión que me viene al leer este post es de carácter paradójico. Si practicamos en un dojo del que no somos los responsables, hemos de estar enormemente agradecidos a quién es el responsable, pues este nos hace un gran don. En cambio, si somos los responsables de un dojo, no tenemos ningún merito que nos ponga por encima de nadie, en cualquier caso lo que tenemos es una responsabilidad, y son los demás los que nos hacen un don al permitirnos profundizar en la vía.

O como me dijo un buen amigo “en cualquier caso todos somos discípulos” y si alguien alardea de otra cosa miente. Y precisamente ese buen amigo posee todos los títulos necesarios para poder alardear de lo que quisiese, pero prefiere no perderse a si mismo.

Yo, por mi parte, como responsable de un microdojo (literalmente, pues su media de ocupación a lo largo de este año, ha sido de cuatro personas, incluyéndome), procuro y me esfuerzo en trasmitir a quienes me acompañan en este camino que no pueden recorrerlo si no es con sus propios pies, que ningún maestro, ni siquiera el Buda mismo, y yo menos, por supuesto, podrá liberarles, que esto solo podrán hacerlo solos. Y estoy muy agradecido a quienes me acompañan, no me deben nada, soy yo el que les debe.

Anónimo dijo...

De una manera lo que decís la mayoría es así, nada que agradecer pero en el día a día la gente critica. He estado en varios dojos por movilidad laboral y pasan cosas parecidas. La gente va y viene sólo sigue el responsable y sus amigos que también son responsables. No es una critica, creo que es porque son amigos.

Gracias por hacer un blog donde se pueden decir estas cosas.

Anónimo dijo...

Esto es un cuento Zen que encontré por ahí .
Soy de ciencias y lo de la poesía se me da mal , pero voy ..(seguro que lo cuento fatal, pero el que quiera entender que entienda.

Hubo un monje zen que se dirigió un día que no tenía nada que hacer,a un dojo ahí perdido en Valladolid.
Cuando llegó y vio lo que había ,dijo:
Aquí no hay ningún monje.
Los que estábamos allí nos quedamos ....quietos.
Alguien dijo: Nosotros solo somos bodhisattvas ...
Y este señor dijo: Solo he dicho que aquí no hay monje , no que no haya espíritu Zen.
(Fue el día que me puse el kimono por primera vez)
Ahora hay un monje o dos....
Yo me convertí en monja salvaje

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