allellujah en pucela





de la mano de giltzero

Así nos asombramos. Así participamos. Así crece la alegría. Así confiamos. Así lloramos y nos abandonamos.

ASÍ

Gasshô para todos los que iniciaron un dojo


Hubo una vez un monje que no quería practicar solo.

Puede ser que porque así le hubieran instruido o porque aprendiera en propia carne y espíritu que hay soledades poco recomendables o porque hubiera recibido un tesoro de esos que son para compartir o no serían tesoros sino aburrimientos o incluso porque le hiciera gracia ser maestro una temporada.

Lo más seguro es que fuera una mezcla de todo esto y algunas razones más de todo tipo, tanto feas como bonitas. Confesables e inconfesables.

Después de todo, lo importante fue que se ocupó de buscar un lugar, hacerlo hermoso y soltar la oferta a los cuatro vientos para que los vientos hablaran en las orejas abiertas.

Esperó.

Llegaron.

Y todo fue bien durante un tiempo.

Luego fueron pasando cosas que cualquier responsable de dojo conoce. ¿O debería decir “padece”?

Si hubiera un congreso de responsables de dojo, que debería haberlo para que se pudieran desahogar, muchos caeríamos en la cuenta de lo difícil que es darle una forma adecuada a esa función, de la determinación diaria que supone, de lo zarandeados que están, de lo mal y poco que se les entiende. De las exigencias a las que les sometemos como si estuvieran más allá de todo cuando en realidad son tanto y tan poco como cualquiera. Con los mismos miedos, dudas y dificultades vitales que todos sólo que con el culo al aire y a la vista. Esforzándose muchas veces más allá (según yo) de lo razonable.

Pues que me parece que le debía un homenaje sincero a todos los que iniciaron un dojo y lo mantienen con su mejor sabiduría que igual no es la mejor pero es toda la que tienen y enterita que la ofrecen.

Y que no me extrañaría que de pronto un día el responsable del dojo donde practico me dijera dulcemente: “vale, mañana lo haces tú y critico yo”.

Por equilibrar.

Aquí y ahora: lo que toca


Se puede entender o no entender nada. Estoy segura de que más bien será lo primero para casi todos.

Y muchos recordarán el tiempo en que esta canción sonaba junto a "L´estaca"). Estiramos tantos y tanto que, al final, cayó.

No hay ninguna razón para pensar que aquello fue una excepción.




Baga, biga, higa,
laga, boga, sega,
Zai, zoi, bele,
harma, tiro, pun!
Xirristi-mirristi
gerrena plat,
Olio zopa
Kikili salda,
Urrup edan edo klik ...
ikimilikiliklik ...

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis,
siete, ocho, cuervos,
arma, tiro, ¡pum!
¡Xirristi-mirristi!, asador, plato,
sopa de aceite, caldo de (kikili)= pollo,
(urrup edan)= beber de golpe o (klik)= tragar
ikimilikiliklik...

Poema fónico tradicional, a base de elementos
onomatopéyicos, sin contenido determinado.

La secuencia númerica "bat", "bi", "hiru", "lau"...,
se convierte en "baga" "biga" "higa" "laga"..., al
parecer utilizada en los "akelarres".

Mikel Laboa

La amistad de las moscas. No matarás.



Advertencia: El siguiente texto es sentimentalmente violento. Su lectura por mentes no preparadas puede ocasionar confusión, llanto, fuga psicógena, trance hipnótico y ataques de pánico, entre otras reacciones adversas observadas, particularmente en personas con una historia de fobia a los insectos y a la muerte.

Por otra parte, se previene al posible lector que la legislación europea declara a la mosca especie protegida, y que su tráfico y compraventa son y serán perseguidos dentro del territorio de la Unión.

La inclusión de esta advertencia exime al autor de cualquier responsabilidad legal sobre las consecuencias de su lectura.

En cumplimiento de la Resolución DLXII/2022,
sobre Libertad de Expresión,
Tribunal Europeo de Viena


¿NUNCA HAS JUGADO CON LAS MOSCAS?

¿Nunca les has tendido tu mejilla, o tu mano? ¿Nunca les has prestado la atención que reclaman con esos fantásticos vuelos rasantes y esas exhibiciones de queda elegancia al sol de la tarde? ¿Qué de qué demonio estoy hablando? ¿Si hablamos de las mismas moscas? ¡Ah!, debí haber entendido. Perteneces (¿a que sí?) a la abominable especie de los insecticidas.

En primer lugar, créeme, amigo, que te compadezco. Nunca has estado jamás de verdad solo, de lo contrario apreciarías cabalmente la compañía de las moscas. Piensas que las moscas son pesadas, cuando la realidad es que se ponen pesadas contigo, a ver si así les hace algún caso. Y entonces vas y las matas. Te compadezco, amigo, porque sin duda no sabes lo que haces.

Pero a renglón seguido te notifico: no te daré tregua, recibirás de mí el trato que dispensas a las moscas, un trato bárbaro.

Así que, para empezar, dime, ¿eres de los del pulverizador o de los del matamoscas? En verdad, la diferencia es bien pequeña, pero al menos los segundos se toman más trabajo en matar. Y, lo que no es poco, lo hacen de una en una.

Demos ahora un repaso a tu carrera criminal. Vamos a ver, miserable, calcula, ¿cuántas moscas habrás matado? Que no puedas aproximar siquiera una cifra es ya suficientemente patético.

¡Insensato! ¿Sabes por lo menos lo que vive una mosca, su velocidad máxima de vuelo o cuántas patas tiene? Con tu limitado entendimiento, cualquier mosca que te haya tratado conoce más de ti. que a la inversa. ¡Pedazo de patán!, ¿cómo te atreves a liquidarlas?

Ellas saben que el roce con tu piel es agradable. Saben que sueles realizar sin previo aviso vertiginosos y masivos desplazamientos. Que tu fuerza y tamaño son enormes. Que emites sonidos. Cómo hueles. Tienes que saber que te conocen. Es más, te reconocen. Cada mosca que mataste era una huella tuya, toda esa información almacenada en su sistema nervioso, dime que lo entiendes.

Pero ya veo que empiezas a aflojar.

¿No te das cuenta? ¿No te das cuenta, animal, de cuánto daño has hecho?

Cierto que hacen cosquillas, y un poquitín de ruido, ¡pero hacer de esas minucias la razón de una muerte!

Las moscas son traviesas, presumidas, nerviosas. Viven en el puro espacio físico. A sus multifacetados ojos, las fabulosas demostraciones de tu potencia te convierten en alguien parecido al amigo que de niño a buen seguro quisiste tener. Ese chico mayor que apenas un par de veces te hizo caso. Y ahora que podías ser generoso… ¡Cuántas ocasiones, ay, de haber sido y haberte sentido fuerte desperdiciaste! ¡Qué afortunado, al cabo, por no poder recordarlas!

Y bien, amigo mío, comprendo que comienzas a sentirte como una mosca. Que sabes qué buscaban en ti las moscas que mataste, eso que tú también andas buscando. Que cegaste muchos posibles futuros. Que su vida está coja.

Anda, y promete cultivar en adelante la amistad de las moscas.

Cobijar la vida





Si practicas Zazen no te queda más remedio que:

dar cobijo a la vida en tu propia vida

proteger lo indefenso,

acoger con tu kesa el mundo,

desplegar las alas y cubrir con ellas el cielo





¿Qué hacer?



Si cuando como, como y cuando duermo, duermo. A lo mejor cuando hay que actuar, hay que actuar ¿no?en el dojo o fuera del dojo, cada cual sabe y tiene su lugar, función y forma.


Ya completaré la entrada en otro momento. Ahora mismo todo lo que siento es eso: su dolor y el mío, su rabia y la mía y su impotencia y la mía.


Ahora mismo haría algo más contundente y menos correcto que saltarme el dojo y gritar.

Y después volvería a hacer zazen.

Gasshô Anónimo. No conocía este enlace. Y me ha descompuesto.

Hoy (17 de julio de 2012) no me parece importante:

- el calor que hace
- la extra que no me van a pagar (que ya me ajusto yo como buenamente vaya pudiendo)
- el precio de los calabacines
- el corte de pelo que me va haciendo falta (¿sí?)
- mi madre que se encuentra un poco sola desde lo de mi padre
- la tela del altar del dojo que está pidiendo a gritos jubilarse
- el simbolismo pitagórico del número cinco (que mira que me gusta otros días!)
- si dios existe
- o cuándo anuncian lo del bosón de Higgs (me entusiasma la ciencia)

Hoy....... lo que me hace llorar y me sacude es un hombre asustado gritando: ¡Qué hago! 


Puro y perfecto


Cualquiera puede amar algo por algún motivo. Eso es tan fácil como meterse una moneda en el bolsillo.

Pero amar algo a pesar de algo es otra cosa. Conocer los defectos y amarlos también.

Eso es inusual, puro y perfecto.

De "El temor de un hombre sabio"

Ocúpate de los "tuyos"



No vaya a ser que te ocupes de los "chinitos de Biafra" y maltrates o ignores cruelmente a quienes tienes cerca.

A lo mejor el campo de influencia de otros es grande, numeroso y el mío es pequeño y apenas acoge a quienes viven bajo el mismo tejado que compartimos. Pero cuando las cosas se ponen feas, sirven de poco quienes están lejos. Alivian las caricias, canciones y arengas de quienes tengo el privilegio de tener cerca. A mano o a un click de fb.

La práctica del perdón



Es curioso que hablemos tan poco del perdón, que apenas nos ocupemos de hacer ese simple gesto por la noche, el simple gesto de morir; ni al despertar en la mañana, el simple gesto de nacer. Es una de las recomendaciones más hondas y bellas que he recibido: morir con la noche, nacer con el día. Implica tanto en tan poco! Y si cada noche muero un poco consintiendo voluntaria y deliberadamente en abandonar al ayer, no la memoria, sino los resabios de una memoria torpemente utilizada, tal vez en el nacer de la mañana ella me cubra como una ligera capa protectora en vez de aplastarme como una losa.

Y por eso, porque dicen que se puede y yo lo creo (qué gran cosa este estilo de fe si es que lo es y no se le llama de otra manera), exploro la forma de vivir con la memoria sin culpa, miedo, rabia ni rencor. Aquí y Ahora que no se me ocurre ninguna razón decente para esperar a mañana.

El perdón es una opción y luego una decisión, una actitud, un proceso. Miro a ver si es una opción para mí, porque a poco que lo mire a lo mejor me doy cuenta de que no señor, no estoy dispuesta de ninguna manera a perdonar aquello que sufrí. Tal vez porque equivocadamente pienso que perdonar equivale a hacer como si nada hubiera pasado y que todo va bien, pero sí, sí que pasó y no, no va bien. O que implica justificar y aceptar cualquier comportamiento.

Pero perdonar no es nada de eso. Perdonar es negarnos a alimentar la mala experiencia, abandonar la rabia, el dolor, el miedo o la culpa en aquel día, que ya es historia, en que sucedió. 

Perdonar tiene más que ver con liberar una energía secuestrada y recuperarla limpia y fresca. Total recordar el suceso si fuera necesario o hacer útil lo que aprendimos a cuenta de aquello, pero de ningún modo re-sentir toda la corte de malestar físico, emocional y mental que la acompañaron. Porque ése es el problema: el re-sentimiento sin fin como un mal bucle infinito que se realimenta a sí mismo agotando y envenenando. Me recuerda a eso de “eternamente ofendida” o sea, eternamente condenada al sufrimiento, obligada a la venganza eterna sin momento para la clausura final.

Habrá que dedicarle una mirada lenta porque dependiendo de lo que crea que es el perdón, abriré o cerraré posibilidades a una bonita forma de pequeña-gran liberación.

Tengo la sensación de que padre-buda perdonó mucho a muchos y mucho se tuvo que perdonar a sí mismo. Y creo que esos actos los hizo en privado, a solas y sin testigos. Tal vez antes de su iluminación hizo un completo gesto de perdón sin exclusión.

Claro que esto solamente lo pienso yo y son cosas mías. En definitiva: “un suponer”. Y que ya sé que no hay nada que perdonar ni nadie para hacerlo pero estamos hablando entre párvulos y de nuestra pequeña realidad. Viene a ser como los kai: No mates. No hay nada que pueda ser matado pero de todos modos, no mates. No robes. No hay nada que pueda ser robado pero de todos modos, no robes. 

Antes de perdonar tal vez haya que saber qué en concreto ya que estamos situados en el plano de lo concreto y condensado. 

Otro día :)

Un reto

 
Responde a estas 2 preguntas con sólo 2 palabras:



¿Qué te falta? 


¿Qué te sobra?




También vale que te quedes así como "colgado" y perplejo, que no se te ocurra nada, que a lo mejor ni te sobre ni te falte y que, como solemos decir Siddharta y muchos "muchos", que todo esté bien aunque esté rematadamente mal.

planteado por Psicochile

¿Mushotoku?


  
No deja de hacerme gracia que haya aprendido a decir que no quiero nada, que el satori me da lo mismo y que la iluminación me la trae al fresco (y perdón por la expresión). Pues por mucho que lo diga lo que de verdad me pasa es que...

Me apetece la felicidad grande, serena y estable.

Me apetece el satori aunque no tengo ni pizca de intuición de qué cosa es ni a qué puede saber.

Me apetece la iluminación, dulce promesa como una zanahoria delante de mi nariz de burra. Nada de un ratito bien y otro mal y muchos regular.

No hago zazen para nada, de momento, que ya me llegará el momento si es que lo hace. Lo hago porque me sienta bien y me sienta bien que les siente bien a más que a mí sola. Porque me pone a salvo de decepciones, desesperanzas y desconfianzas que consiguen amargar la vida más hermosa si es que me toca una vida hermosa. Que no todas lo son ni todas dependen de cómo yo las mire. Que es que hay algunas circunstancias que...

No soy Sawaki ni Dôgen por la razón simple y sencilla de que soy otra manifestación distinta. En otro tiempo, en otro cuerpo. Pero si bien lo miro... más de lo mismo que es todo lo que hay.

Un en-so sucio, vale.