Va por ti

 
A Peter Pan la llamaban Peter Pan porque tenía pinta de Peter Pan. Así plantada con los pies en el suelo y los brazos en jarras, el pelo rizado siempre recogido con pinzas de colores, los ojos abarrotados de chispas brillantes como diamantes que en un momento podían ser una tormenta de furia, lágrimas de soledad redondas despeñándose desde el borde de las pestañas o pasión, así, pasión a secas. O también ternura. Y alegría y risa y amargura y rabia y... de todo, lo que se dice de todo, no la faltaba de nada. Porque Pan era un molinillo de sentimientos huracanados que la piel solo conseguía sujetar a medias.

Pan no había tenido una vida feliz, ni muchísimo menos y había nacido en una familia equivocada que no sabía bien qué joya había llegado a visitarles. Así que aunque no era su intención tratarla mal, lo cierto es que muy bien no la habían tratado. Y Pan se resintió. Y luego fue que muy pronto tuvo una hija de lo más bonito y entonces pensó que bien podía hacer una familia como la que no había tenido. Pero eran malos tiempos aquellos en los que vivía Pan para formar una familia como las que salen en las películas y entonces tuvo una familia como las que salen en la vida real. Y se conoce que tampoco la gustó, o al menos no del todo, y como era una mujer de rompe y rasga, llenita de intuición y fuerza pues decidió romperla (la familia que no la gustaba, se entiende) a pesar de que el corazón la sangraba por dentro y por fuera. Porque como todo el mundo sabe, las batallas de la vida, se ganen o se pierdan, se pagan.

Y más tarde creyó que había encontrado una pareja como debía de ser, pero tampoco salió bien. Y así estaba ahora Pan pensando que tenía treinta y nueve años y que su hijita ya era una hija, así, sin el “ita” por detrás porque ya había crecido y que se encontraba sola con un montón de magia entre los dedos para repartir y sin nadie cerca a quien poder reglársela y delante de quien pavonearse. Pensando y padeciendo. Y lo malo era que miraba hacia delante, extendía la vista así como si fuera clarividente y decía: “¡Pues vaya un erial de vida que me queda por vivir!”, bueno, en realidad lo que decía era: “¡Pues vaya una mierda de vida que me queda por vivir” o algún taco más gordo. Y como ya se ha dicho que no era de las de quedarse quietas empezó a pensar qué cosas podía hacer. Pero todo lo que se la ocurría no parecía ser muy realista. Pensó en ser bailarina pero una vocecita en su oreja izquierda le dijo: “¿Cómo vas a ser bailarina con estos años que tienes?” y Pan se quedó de un aire. Menos mal que Pan tenía otra vocecita en su oreja derecha que también quería hablar y le susurró: “¿A qué te refieres con ser bailarina?, porque si te refieres a ganarte la vida con eso, pues no creo que tengas mucho éxito, la verdad, aunque nunca se sabe, pero si lo que quieres es bailar, pues... bailar lo que se dice bailar es gratis, necesitas lo que ya tienes: un cuerpo y música en el alma ¿no?”

Pan se quedó pensando porque no sabía muy bien a qué carta quedarse. A ella le gustaba bailar y quería ser bailarina y haciendo caso a la vocecita de la oreja derecha, se preguntó si para ser bailarina y hacer una danza con cada paso que daba y cada movimiento con la mano, necesitaba que la pagaran por ello. Y se respondió que igual sí y que igual no, pero desde luego que mejor que sí. Esperó a ver si las vocecitas incordionas la ayudaban un poco, pero las muy malditas se habían quedado mudas como hacían siempre que las necesitaba. Decidió dejarlo estar y pensar en otra cosa que fuera más fácil y más adecuada a su edad, pero no se la ocurría nada de nada. Un desastre tan desastroso que llegó a pensar que era o tonta de remate o tonta del culo, pero en cualquier caso, tonta.

Siguió pensando tanto y con tanta fuerza aunque con tan escasos resultados que a la vocecita de la oreja derecha le terminó dando un poco de pena y se dignó hablar: “¿Y has pensado seguir con tu vida normal y corriente?. Al fin y al cabo tienes un trabajo en el que eres una estrella ¿no?. Y en el barrio todo el mundo te conoce y algunos o muchos igual hasta te quieren, que no creas que a todo el mundo le pasa eso de que le quieran. Y tienes amigos y una hija que, hombre, ahora estará un poco tonta, ya se sabe, cosas de la edad, pero se la pasará porque todo pasa. Y has hecho milagros con tu padre, que ya sé que no lo merecía, pero bueno, la cosa es hacer lo que una cree que tiene que hacer sin esperar más nada. Y tú lo has hecho, así que igual él no puede estar muy orgulloso de sí mismo, pero para ser sinceras, sí puede estar orgulloso de ti, aunque los padres nunca digan esas cosas porque no saben decirlas, esa asignatura no entró en su colegio. Y tú también puedes estar orgullosa de ti, que al fin y al cabo hiciste lo que tenías que hacer, no eres como él y ni tan siquiera como tu madre, no, tú eres como eres tú, que no es poco, hija, porque yo que te conozco te puedo decir que eres todo un carácter. Y, vamos que si lo que te falta es un hombre al lado pues ya vendrá, caramba, y si no viene pues él se lo pierde. ¿Por qué no te dedicas mejor a ti misma y tus entretelas? Al menos de momento, para que cuando llegue tu héroe te encuentre hermosa por dentro y por fuera y entre que llega y no llega pues te vas disfrutando tú misma, tus minutos y tus días. Si en el fondo y lo mires como lo mires, no hay mucho más que hacer que vivir. Y te digo la verdad, que cómo vivas es cosa exclusivamente tuya, tú sabrás, tú mandas. Puedes despertarte por la mañana y sentir el gozo del agua fresca que te lava la cara o el cuerpo entero o lo que sea que te lavas o puedes cagarte en todos los muertos del que inventó el agua fría, pero eso es cosa tuya. Puedes alegrarte de trabajar en una rebotica y conocer un montón de sustancias mágicas y milagrosas o desesperarte por despachar pastillas como si fuera un todo a cien. Puedes hablar con la gente y aconsejarla y preguntarla cómo le va la vida y sonreír y quedarte con el cariño que te regalen o pensar que son unos gilimemos maleducados y para más inri viejos y enfermos que no merecen la pena en absoluto. Pero eso lo decides tú. En el fondo y aunque digan por ahí que las cosas son como son, es mentira, todo mentira, las cosas son como a nosotros nos da la gana verlas que para eso mandamos en los territorios que van de nuestra piel para dentro...”. Y así siguió por un buen rato mientras la vocecita, que en ese rato más bien parecía una vozarrona, de la oreja izquierda no hacía más que repetir: “¡Bobadas!” Se conoce que se había quedado sin argumentos porque ya se sabe que cuando uno se queda sin argumentos lo único que sabe hacer es descalificar.

La cosa es que Pan a medias hacía caso de lo que oía por la derecha y más bien se identificaba con lo que escuchaba por la izquierda. Y no se comprendía a sí misma porque Pan misma reconocía que la venía mejor hacer caso de la vocecilla derecha que era más animada y prometía cosas más alegres y que cuando la hacía un poquitín de caso se ponía como con más energías y más ilusiones y se le ocurrían bromas y travesuras y cuentos y formas de hacer de su casa un palacio aunque estuviera hecha de adobe del malo, pero claro, como estaba rodeada de gente que todo lo veía trágico y con los ceños fruncidos y los pensamientos negros y sosos, que es que esa gente era sobre todo sosa y gris, pues era como si estuviera contagiada de un mal virus de invierno.

Y así andaba hasta que un día, un buen día, se tropezó con un acupuntor. Preguntó por ahí en qué consistía eso de la acupuntura por si podía echarle una mano con sus líos y confusiones. Y entonces le dijeron que se trataba de que la pincharan con agujas por todo su cuerpo serrano. Y Pan, que era bastante fantasiosa gracias a todos los dioses, se dijo a sí misma que igual pinchándola como si fuera un acerico la haría algún que otro agujero y por ahí se le podrían escapar todos los lagrimones y malos humores. Y algunos se escaparon, sí señor, aunque no todos, ni mucho menos. Y un poco más tarde, por motivos que no vienen al caso, se puso a hablar con una señora que adoraba los cuentos de hadas, las varita mágicas y lo que ella denominaba "el estupendo don de la invisibilidad" a lo mejor porque era tan pequeña que apenas se la veía a no ser que una se fijara mucho. La verdad es que la pobre Pan no veía por ningún sitio ni magias ni zarandajas. Ni conseguía un novio ni le proponían un trabajo maravilloso, ni su padre se volvía Sean Connery ni a su madre le crecía una sonrisa de oreja a oreja, ni su hija... Pero ellos tercos como mulas seguían diciendo: “Que sí, que sí, que se puede, ya verás cómo puedes, cambia de gafas”. Y tanto se lo dijeron que a Pan se le ocurrió pensar que a ver qué cosas hacían ellos para estar tan tranquilos (o que se les viera tan tranquilos, que no es lo mismo) a pesar de no tener ni un duro y de tantas otras cosas que ella no sabía aunque estaba segura de que por algún sitio les fallaría la vida, como a todo el mundo por otro lado si bien se mira.

Y ellos le dijeron: “Pues que no hacemos caso ni del pasado ni del futuro. Que el pasado se va con el viento y al futuro nunca se le alcanza por más que corramos, así que nos quedamos en este momento de justo ahora y hemos descubierto que justo aquí y ahora no hay nada que nos haga daño. Prueba y verás que si te quedas quieta, justo aquí y ahora no hay nada que te pueda hacer ninguna herida. Pero tiene que ser justo aquí y ahora. En cuanto dejas que el segundo que acaba de pasar se te quede pegado a los talones, da la lata. Y si dejas que asome la nariz el segundo que justo viene a continuación, te va a inquietar, seguro”. ¿Solo estar haciendo justo lo que hacía en ese momento? ¡Pues qué difícil! ¿Y solo hacerlo por hacerlo y no para conseguir nada? ¡Pues vaya chorrada!. Y ellos seguían mareando como si fueran el coro de un teatro griego: “Que sí, que sí”.

Tanto y tanto se pusieron pesados con eso que al final un día se acercó a entrenar lo de quedarse quieta y simplemente estar, como si fuera en la serie aquella de Doctor en Alaska que ponían por la noche de madrugada en la 2, a lo mejor para que nadie la viera. Y se quedó sentada y quieta, aunque la cabeza le daba vueltas como una centrifugadora, durante más de media hora. Y cuando se levantó... se fueron a tomar un vino con los demás y su vida continuó, igual, pero más serena. Y volvió y se volvió a levantar un poquito más tranquila. Y volvió y un día de aquellos para cuando se levantó, sin previo aviso y sin preguntar a nadie, la entró la risa. Y al menos en ese minuto cierto había cambiado el llanto por la sonrisa. Pan 1 Lágrimas 0, hasta el siguiente partido ¿Quién ganaría la Liga? Pues será cosa de aguantar, se dijo Pan, al fin y al cabo, de vez en cuando hasta el Numancia gana al Barça (con perdón de los catalanes). Y siguió y siguió hasta que un día una vocecilla que no venía ni de la derecha ni de la izquierda sino más bien como de los adentros más interiores de ella misma, se descolgó diciendo: “Mira, déjate de mariconadas y de tristezas, dale una patada en el culo a todo tu pasado y mejor que nada sonríe. Cambia el tonillo amargo por otro más cantarín, aunque solo sea para variar y por ver si puedes. Al fin y al cabo vivir es vivir, unos días hace sol y otros llueve, como en verano hace calor, pues sudas y en invierno que hace frío pues tiritas ¿cuál es el problema hija de dios?”.

Y Pan que además de fantasiosa gracias a todos los dioses, también era mujer de tener los pies firmemente asentados en la tierra, se dio cuenta de que ella misma, porque de ningún otro lugar podía salir una voz tan sensata y juiciosa, se estaba dando la respuesta a todas las preguntas. Con todo y con eso no pudo por menos de retrucar y refunfuñar y se dijo: “Pero es que yo no quiero no tener novio”. Y la vocecilla en ese momento cambió a burlona: “¡que no quiero, que no quiero, ah, la niña no quiere, pues la niña se aguanta! ¡total por un noviete mira cómo se pone! ¡ni que le fuera a ella a arreglar la vida! Pues mira, hija, mientras llega tu héroe salvaje haces lo que tengas que hacer. ¿Es que no te das cuenta? En el universo entero cada cosa hace a su tiempo lo que le toca, y ya está, no andan todo el día quejándose. El árbol da sombra así se le ponga debajo un maleante. Y el sol sale todos los días por el mismo sitio porque ese fue el pacto entre los dioses y los hombres. Y la lluvia llueve aunque tú te vayas de vacaciones ¡tía lista!”

Y Pan entonces dijo...

12 pensamientos +:

Anónimo dijo...

Hay una cosa que es verdad:"el sol sale todos los días por el mismo sitio" aunque los dioses no existan, petro todo lo demás es como tú quieres que sea; ¿Difícil? No! Un reto.¿Aburrido? No! Tranquilo.

Quizá no sepamos qué podemos alcanzar realmente hasta que no somos conscientes de que la recompensa última no es la medalla de oro, sino el mismo camino. Y poco a poco cada vez estamos más cerca de la meta.
La siguiente canción es para una Supergirl, pero podría ser para un Superboy.
Bisho.

http://www.goear.com/listen/4c02cc3/supergirl-reamonn

Anónimo dijo...

petro no, pero

Anónimo dijo...

¡Qué alegría verte por aquí, Bisho! Bonita canción la que has dejado y buenas fotos por tu flickr. ¿Me dejas que te las copie?

ane

Anónimo dijo...

Es mejor ser Campanilla, je je.

Luis Cano Ruiz dijo...

"las batallas de la vida, se ganen o se pierdan, se pagan"

Son las consecuencias de nuestros actos...

Cuanta razón.

mikaela dijo...

A ver quién es el guap@ que prefiere a Wendy. A que no se apunta nadie?

Anónimo dijo...

Tienes mi permiso.
Bisho.

mikaela dijo...

Si es que lo veía venir: nadie se apunta a ser Wendy.

Muiso dijo...

¡¡¡ Sea !!!

I´m Wendy.

Anónimo dijo...

Me gustaria conocer a Pan.

Anónimo dijo...

Aunque Wendy seguro que también tiene cosas buenas y no las vemos...

mikaela dijo...

Seguro que conoces a much@as Pan-a-medias-Wendy :)

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