Preparación, primer día, siete y media de la mañana
Aquí, en el dojo, es importante no contar, no calcular, sino lanzarse a zazen como un niño a los brazos de su madre, con la misma energía, con la misma espontaneidad, con el mismo impulso. Tanto los asistentes como los que vienen para una sola sesión han de tener el mismo impulso.
Ayer hubo varias personas que se negaron a hacerse cargo del servicio o a ocuparse de las flores. Al final fue el tantô quien tuvo que hacer, por la noche, un ramo con ramas secas. Marsha ha aceptado hacerse cargo del servicio con ese impulso.
Ayer por la mañana en la antípodas de nuestro continente ocurrió un gran drama: un terremoto seguido de un maremoto. Decenas, quizás centenares de millares de muertos según las informaciones de esta mañana. Mucha gente está sufriendo. Cuando un drama así ocurre, aparece, se instala toda una cadena de sufrimientos. Los que mueren, los que lloran a sus muertos, los padres que ven lo que nunca deberían ver, es decir: ver morir a sus hijos antes que ellos. ¿Por qué unas personas y no otras? ¿por qué él, por qué no yo?
Evidentemente está el karma, pero contestar sólo en términos de buen o mal karma se queda corto.
De cualquiera de las maneras, estudiar la propia vida, el propio karma, es importante. No perder el tiempo. durante esta sesión permaneced presentes. Sólo aquí. Generosamente.
Conocer un lugar como éste es una gran felicidad. No malgastéis este tesoro. Sed generosos. Encima de vuestro zafu y por todas partes. No contéis. No os volváis para mirar el tiempo pasado.
La ceremonia de esta mañana se la dedicaremos, por supuesto, a toda esa gente. El papel del religioso es ayudar a todos a quienes golpean la muerte o la enfermedad.
Durante una ceremonia ofreced el propio cuerpo y el espíritu.
cuatro y media de la tarde (Silencio)
ocho y media de la tarde
Hay un poema de Han Shan que dice:
Viene la bruma,
el monte pierde color.
Se levantan las nubes.
El monte es tal y como es.
Venir aquí es perder el propio color, perder el propio rostro, el que nos gusta enseñar, y hacer realidad nuestra verdadera forma.
Cuandoel Buda nació, cuenta la leyenda, dió siete pasos. Los seis primeros pertenecen al mundo de la transmigración, a los seismundos. El séptimo es para salir de ella. El monte que pierde color, el monte tal y como es.
Es el sentido úñtimo de nuestra existencia.
Mirar el rostro de los demás es seguir peleándose en esos seis mundos.
Por favor, no os mováis. Tened paciencia.
Segundo día, siete y media de la mañana
En el Fuknzazengi, el Mestro Deshimaru hablaba de hishiryo, la conciencia durante zazen: "¿Cómo pensar, cómo pensar en no pensar?"
Hay muchas traducciones, pero es difícil quedar totalmene satisfecho. "Pensar más allá del pensamiento". "Pensar desde lo más profundo del no-pensamiento". Una nueva traducción propone: "Pensar al margen del pesamiento".
El Maestro Desimaru decía: "Hishiryo es la esencia del zen". Lo que es seguro es que hishiryo no debe ser una categoría más en nuestra cerebro, al margen del pensamiento.
¿Qué es hishiryo? Por ejemplo, si gritamos "¡fuego!", la boca no arde. Cuando hablamos de hishiryo es como gritar "fuego". No es pensar con el sentido común.
Por ejemplo, en la práctica del zen no hay reglas, no hay regulación, lo que no quiere decir que todo esté permitido. No comprendáis con el sentido común. Es hishiryo. Con la conciencia personal, con los conceptos, no se puede entender todo. Por eso en el dojo tenemos que dejar pasar todo.
Un poema de Ryokan dice:
He intimado con las nubes blancas
y las cigüeñas grises
que responden suavemente
al fresco viento y a la brillante luna.
Despreocupado por el paso del tiempo,
sentado estoy, lúcido y tranquilo.
Un cuenco de arroz, un plato de verduras silvestres,
una taza de té.
Sonrío.
Las nubes blancas, las cigüeñas grises responden suavement al fresco viento y la brillante luna.
Responden pero no dependen de ellos. Aprended a pensar al margen del pensamiento. Intimad con esa no dependencia. Venir aquí, practicar en este templo es intimar suavemente, imperceptiblemente con ese algo esencial.
Se han hecho muchas traducciones. Uno nunca queda totalmente satisfecho. No quedarse totalmente satisfecho es mantener la mente al acecho. Es permanecer despierto.
ocho y media de la tarde
Sigo hablando de hishiryo, más allá del pensamiento, pensar desde lo más pofundo del no-pensamiento, pensar al margen del pensamiento. Ninguna traducción puede satisfacer al cien por cien. Sin embargo, traducir es importante, aproximarse. Aclarar sin tocar, sin oponerse, así la traducción puede seguir evolucionando. Es también una práctica.
La postura de zazen es totalmente inmóvil. Sin embargo, no es sólo inmovilidad. El movimiento existe en el interior, en el exterior. Como en el poema de Ryokan:
He intimado con las nubes blancas y con las cigüeñas grises
que responde suavemente al frescoviento y a la brillante luna
Podemos ver las cigüeñas grises, las nubes blancas, la luna brillante, notar el viento fresco. Pero lo que hace que se respondan no es perceptible sólo con nuestros sentidos, con nuestra lengua, nuestro cerebro, nuestros ojos. Tambié el poema de Ryokan es una puerta abierta a eso que no se puede explicar del todo. Es una ventana. Su razón de ser es despertar nuestro espíritu.
El Mestro Fuyodokai decía: "Sobre la estrada de los antiguos Budas y en la morada de los Patriarcas, se recibe cálidamente a los amigos que van y vienen".
Durante zazen todo se recibe cálidamente, sin evitar nada, sin ser ávido. Así todas las cosas de nuestro mundo se vuelven amigas. Nada supone obstáculo.
Repito otra vez, ninguna traducción de hishiryo puede satisfacernos del todo. Pero esta no-satisfacción es, en sí misma, hishiryo. Es garantía de frescura. Un proverbio zen dice: "No se puede atrapar un pez dos veces en el mismo sitio".
Después de zazen habrá una ceremonia, un kito, dedicado a personas que están gravemente enfermas. Esa conciencia, esa atmósfera que surge en el dojo podemos ofrecerla.
¿Cómo?
No sé. Tengo una profunda fe en ello, pero no puedo explicarlo de forma racional. ¿Ha de explicarse todo?
En una ceremonia como ésta podemos sólo olvidarnos de nosotros mismos. Olvidarse, abandonarse, abandonar incluso el deseo de salvar.
Entonces se puede salvar.
Tercer día, cinco de la tarde
No crear ilusiones
En la Vía no crear ilusiones
Cada vez que muere un gran discípulo del Maestro Deshimaru, se crean muchas ilusiones. Algunos mitifican, otros sin duda, guardan rencor por historias antiguas. Al fina hay que perdonarlo todo.
No persigáis fantasmas. Para la persona que acaba de fallecer es muy importante no crear ilusiones. No ver a otro mientras uno se mira a sí mismo. Cundo alguien muere es importante darle libertad, no atarle con nuestras ilusiones. Es el mejor regalo que se le puede hacer.
Perdonarlo todo. Amarlo todo.
En el eriodo que precedió a su muerte el Maestro Deshimaru criticaba mucho, en algunos de nosotros, discípulos del dojo de París, los lazos excesivamente fuertes que nos unían.
Demasiadas pasiones, demasiada amistad, demasiados afectos son nocivos para la práctica. Por supuesto, la amistad es importnte, pero no se puede reemplazar a la Vía. Así que, por favor, dejad Jacques a Jacques, dejad la Vía a la Vía, Buda a Buda.
Dejar cada cosa a sí misma es amarla de verdad. Sin pathos, sin mancha, sin ilusión.
En el momento de la muerte, el perdón y el amor te dejan completamente libre.
Esta noche, después de la cena, empieza la sesshin. Por favor, descansad. Que tengáis buena sesshin.
Sesshin, primer día, siete de la mañana
Todos los años nos volvemos a encotrar en esta sesshin. Una jornada que se alarga hasta tarde por la noche. Hay mucha gente en el dojo. Hace un momento, al entrar, he quedado impresionado. Todas esas espalda. Todas esas espaldas de budas.
En elmes de noviembre pasado hice un viaje a Japón. Visité un famoso templo en Kyoto en el que hay 3.000 bodhisttvas esculpidos, de ie. Es como un ejército de bodhisattvas. No se sabe bien si están andando o inmóviles. Es sobrecogedor.
Con todas estas personas, con todas estas espaldas de budas´, me gustaría dedcar esta sesshin a todos los que sufren ese drama en el sureste de Asia. Un señor me decía el otro día: "Las ceremonias son muy bonitas pero hay que ayudar concretamente". Por supuesto, hay que hacer donativos -en la asociación estamos reflexionando al respecto- pero no hay por un lado lo que es concreto y por el otro lo que no lo es. Está la manera visibble de dar, que puede ser ofrecer dinero o medicamentos. Pero está también lo que no se ve. Un simple pensamiento es un don totalmente meritorio. La ceremonia participa de la misma manera en la ofrenda. Ambas son necesarias. Es como esos 3.000 bodhisattvas esculpido. Son de madera, pero nadie duda de que andan.
Un día en el tren Sensei conoció a un célebre científico. Les habían presentado pero no se entendieron. Inmediatamente el científico le dijo: "No creo más que en lo que veo" -lo que abrevió rápidamente la conversación.
Evidentemente hay que ayudar materialmente. Este asunto ha suscitado discusiones entre nosotros. Algunos dicen: "En Francia también hay gente que sufre".
Está claro que el sufrimiento existe por todas partes, el sufrimiento cotidiano, el sufrimiento ordinario, la soledad. Pero ¿por qué habría que crear dualidad? El sufrimiento no es francés. Es como los padres con sus hijos. Los padres aman por igual a todos sus hijos. Pero cuado uno de ellos está enfermo, naturalmente se drigen de forma especial hacia él. Lo que no excluye a los otros. Para Buda también, todas las existencias son hijos suyos. Y hoy algunos de sus hijos, allá, muy lejos y al mismo tiempo tan cerca, están muy enfermos y tienen desesperadamente necesidad de ayuda.
No miréis sólo el mundo visible y tampoco sólo el mundo invisible. Empujad al mismo tiempo con fuerza la tierra con las rodillas, el cielo con la cima del cráneo.
once de la mañana
Muchos de vosotros conocéis el mondo entre Baso y Nangku sobre la teja y el espejo. Algunos han concluido de forma precipitada que todo consiste en decir: "puesto que en el origen tenemos la naturaleza de buda, no es necesario practicar zazen".
Al recibir la ordenación del Maestro Deshimaru, tras recibir los preceptos, a menudo nos decía: "El mayor precepto es zazen. Zazen incluye todos los preceptos, incluye el don, la oración, el arrepentimiento. Todo está incluido en zazen".
De esto también algunos han sacado una conclusión precipitada: "puesto que todos están incluidos en zazen, es inútil ocuparse de los preceptos, ni siquiera del don".
Shunryu Suzuki decía: "Practicad el Hinayana con el espíritu del Mahayana". Siempre queremos pertenecer a una escuela por oposición a otra, así no sentimos más fuertes.
Fuyodokay decía: "Decidme, buena gente, ¿adónde os conduce ésto? Para las generaciones futuras, plantemos aún más árboles sin sombra" Siempre es fácil pesar en estos términos: "Mi escuela es la más importante", "el Mahayana es mejor que el Hinayana", "Eno es mejor que Jinshu". Todo eso es sólo plantar árboles con sombra.
Por supuesto, ya se trate del don o de los preceptos, sin el espíritu vasto de zazen, corremos el riesgo de volvernos dogmáticos o demasiado mezquinos.
Evidentemente son importantes, pero hemos de comprender al mismo tiempo la dimensión visible y la dimensión invisible de cada cosa. Igual que el kesa que lleváis puesto. Está el kesa hehco con tela, la vestidura cosida, acomodada a vuesta talla. Pero si, al mirar a vuestro alrededor, al mirar las estrellas en el cielo, si ahí no reconocéis el kesa del Buda, es que os falta un ojo y que no entendéis la profunda dimensión del kesa.
A meudo nos llegan rumores del tipo: "Esta persona enseña la verdadera enseñanza de Deshimaru", "la verdadera tradición del Maestro Kodo Sawaki, sólo esta persona la enseña", "la verdadera transmisión...".
Esos gorjeos son sólo árboles con sombra.
Es, si duda, difícil practicar sin dejar sombra en el suelo.
Sin embargo, sólo practicar, sin preocuparse de lo que hacen los demás, hacer lo que uno tiene que hacer porque no hay nada más que hacer es la vida del monje.
Sin mitificr, sin rencor, mirar el propio rostro sin confundirlo con el del otro. Ser íntimo al mismo tiempo con la luz y con la oscuridad escomo plantar un árbol sin sombra.
cuatro y media de la tarde
Kinhin La postura de las manos es importante. Hay que apoyar con fuerza una mano contra otra. Las manos han de estar habitadas como todo nuestro cuerpo, durante kinhin igual que en zazen. Hasta el dedo meñique, hasta el dedo gordo, hay que estar ahi y habitar la casa del todo.
ZazenSozan era el primer discípulo del maestro Tozan. El so de Sozan y el to de Tozan se han unido y han compuesto el nombre de nuestra escuela: Sôtô.
Tozan se hizo famoso por haber escrito el Hokyo Zanmai y, en menor medida, por los go i, los cinco principios.
el maestro Tozan ha hecho famosos estos cinco principios. Más tarde fueron muy criticados. Se convirtieron en un concepto dialéctico. De alguna manera eran un juego intelectual usado por los cultos como entretenimiento verbal. Por eso se abandonaron poco a poco.
Tozan escribió bellos poemas sobre cada uno de los principios.
Estos cinco principios, si los observams a partir de nuestra vida, de nuestra práctica, se vuelven sencillos. Si nos observamos a nosotros mismos, los iluminamos del mismo modo que nos iluminan. Esos cinco principios hablan de ku y de shiki, de la esencia y de los fenómenos como en el Hannya Shingyo.
Shiki soku ze k, ku soku ze shiki: la interpenetración de uno y de otro, eso a lo que nos vemos confrontados todos los días de nuestra existencia.
El primer principio: Sho chu en. Ku, la esencia, entra en los fenómenos. La noción e recto entra en la noción de oblicuo. El ideal, en nuestra vida cotidiana.
Para cada uno de estos dos principios tengo dos poemas de Tozan. Se parecen pero son diferentes. Parece que es más que una traducción diferente.
El primero:
¿Por qué extrañarse de no reconocerse
cuando uno se enuentra en la tercera hora de la noche?
Antes de que aparezca la luna,
la belleza de los días de antaño
permanece siempre fiel a mi corazón.
El segundo poema:
Vagamente, vagamente,
vagamente en la oscuridad,
no te reconozco.
Desconfiado
me acerco a ti como un extraño.
A partir de ku, de la esencia, nuestra vida cotidiana ha de quedar transformada. El deseo de practicar la Vía se convierte en la fuerza creadora de la acción de nuestro cuerpo. La inmovilidad se adentra en el movimiento. También es no estar apegado a la inmovilidad. El movimiento de lo uno a lo otro, de lo uno hacia lo otro es importante. Vagamene en la oscuridad, no te reconozco. Zazen no es el medio para llegar a ser algo. Es justo la manifestación de la última realidad.
¿Cómo o comportáis cuando estáis en los servicios? El mundo invisible se adentra en el mundo visible. No lo ignoréis. En la soledad de los servicios, del baño, de la cama, dejad que entre el mundo invisible. Zazen entra también allá. Invitadle a vuestra vida.
La belleza de los días de antaño
permanece siempre fiel a mi corazón.
Hace tiempo, cuando se nos pedía que fuéramos responsables de un samu, aceptábamos con alegría. Lo que ahora ha cambiado es que queremos negociar, discutimos... Queremos una habitación en vez de otra. ¿Qué hay mejor que sentir gratitud hacia esos momentos de antaño? La belleza de los días de antaño ha de seguir llenando de sol nuestra práctica actual.
Estos cinco principios están en el corazón de nuestra vida de todos los días. La esencia que se adentra en los fenómenos. Los fenómenos que se adentran en la esencia. Venir de los fenómenos, venir de la esencia y al final: la unidad. Así, incluso las pequeñas cosas de la vida cotidiana se convierten en árboles sin sombra.
Decía esta mañana: siempre queremos convertirnos en lo "más" algo, lo "mejor". Eso es sólo dejar sombras en el suelo.
En la vía del zen plantar árboles es el símbolo de los discípulos. Brotes pequeños que se convierten en árboles grandes. Pero no se plantan árboles para uno mismo.
Con ese espíritu cada cosa se convierte en discípulo: la genmai, el samu, el fregado...
En la oscuridad no te reconozco. Desconfiado, me acerco a ti como un extraño.
Nuestras malas costumbres chocan con zazen; nuestro karma, nuestras ideas se espantan ante la ceremonia, los rituales o los sutras. Nuestro cuerpo y nuestra mente reaccionan con fuerza ante el menor cambio. La belleza de los días de antaño no está en dualidad con nuestra tierra de hoy tan maravillosamente luminosa.
ocho y media de la tarde
(Mucha gente está tosiendo en el dojo)
Intentad controlar la tos con la respiración. Al espirar suavemente, sin demasiada fuerza, encontraréis un camino para no toser. Y si de verdad no podéis, entonces tapaos la boca con la manga del kimono.
El segundo principio: Hen chu sho. Los fenómenos se adentran en la esencia.
El poema de Tozan dice:
Claramente sorprendido.
Descubrir un viejo espejo.
Mirarme en él
y ya no ignorar mi propia cabeza.
El otro poema:
Una anciana somnolienta
se encuentra en un antiguo espejo.
Ve su rostro, claramente,
no se le parece en nada.
¡Qué tristeza!, en su confusión
cree identificarse con el reflejo.
Toza se refiere claramente al Hokyo Zanmai: "al contemplaros en el espejo, la forma y el refejo se miran. Vosotros no sois el reflejo, pero el reflejo es vosotros"
Es como la relacíón entre la luna y el agua.
Los fenómeno se adentran en la sustancia. Con nuestro cuerpo de ser humano penetramos en la esencia del zazen. Se trata de un nacimiento absoluto. Podemos, por fin, mirarnos a nosotros mismos.
Sorprendido,
descubrir un viejo espejo,
mirarme en él
y ya no ignorar mi propia cabeza.
Hace un momento he tomado como imagen los servicios, ese lugar de soledad. al adentrarse en ese lugar, descubrir un viejo espejo, hace voto de eliminar toda mancha, toda suciedad, cortar con la cólera, con los celos, con la envidia, con la estupidez.
Hacer voto de seguir la Gran Vía, de salvar a todos los sers. Purificarse con el agua. La intención en ese lugar es muy importante. Ver el fenómeno, ver la esencia, se adentran uno en otro. En ese momento comprender que este cuerpo no es sucio, que purificarlo no quiere decir ir de la suciedad a la pureza.
El siguiente principio: Sho chu en rai, venir a la sustancia.
El poema dice:
El camino secreto
en una nube de polvo,
más allá del polvo,
ser elocuente sin abrir la boca.
Aventajarás a ese elocuente hombre de antaño
que hacía callar
todas las lenguas (Es el otro poema)
En los servicios, en ese lugar de soledad, ¿cómo estáis en ese momento?
Partiendo de lo absoluto, volver a la vida. Partiendo de lo absoluto, ir al servicio. Partiendo del fenómeno ir hacia lo absoluto.
El cuerpo va al servicio para liberarse de las impurzas. Pero durante zazen, en el dojo, se elevan y aparecen muchas impurezas. En nuestra mente, cuando pensamos, es como el servicio. Los nervios, las angustias, la cólera, la envidia, todos lo conocemos. Sin embargo, esa misma mente se convierte en Buda, es Buda.
No hay otra conciencia detrás de nuestra conciencia ordinaria.
El camino secreto también conduce a ese lugar.
Con sorpresa, descubrir en él un viejo espejo, el mismo en el que todos los budas se contemplan desde siempre.
diez y media de la noche
Durante esta noche, tened paciencia, sin librar combate.
Allí donde duele, relajad. Noos peleéis con vosotros mismos.
El cuarto poema dice:
Cuando uno se bate en armas no hay que recular.
El maestro de armas es asi:
un loto abriéndose en el fuego.
El espíritu de un hombre así es interior.
Se eleva espontáneamente hasta el cielo.
El otro poema:
Sin evitar nada,
como el loto florece en el fuego
el espíritu
más allá de los cielos.
No combatáis.
Hen, el fenómeno, sho, la esencia, arden juntos y crean la unidad.
doce y media de la nohe
El último principio: la unidad realizada.
El poema de Tozan:
¿Quien osaría igualar
al que no depende ni del ser ni del no-ser?
Todos queremos abandonar
la corriente de la vida ordinaria,
pero sólo él vuelve a sentarse en las cenizas.
El otro poema:
Más allá de u, la existencia, de mu, la no-existencia
aspirad a lo extraordinario.
Vuelvo a casa
a sentarme en las cenizas.
Sho y hen son los dos extremos. De la misma manera que la esencia y los fenómenos. Pero también aparecen en el interior de nuestro cuerpo, como la tensión y la relajación, el pensamiento o el no-pensamiento. Ambos arden y crean ken, la unidad. El fuego de zazen.
El maestro Deshimaru empleaba siempre la expresión "abrazar las contradicciones". Abrazar las contradicciones es abrir los ojos en el féretro, es el árbol seco que vuelve a florecer. Es el movimiento en la inmovilidad.
Sin duda al fina de una sesshin podéis comprender. Nuestro cuerpo puede comprender. Un movimiento inmóvil. Una conciencia que piensa pero que no piensa. Un cuerpo tenso y relajado. Abrazados.
Esta mañana he hablado del mundo invisible y del mundo visible. No es algo misterioso. Es abrazar ambos mundos, luz y oscurida. Más allá de u, la existencia, de mu, la no-existencia, aspirad a lo extraordinario. Aspirad a un ideal elevado.
En medio de las cenizas, esencia y fenómeno han ardido, se han consumio y así dan origen a la unidad. Volver a sentarse en medio de todo ello es la gratiud. Es volver a florecer y arder de nuevo. Si no somos agradecidos con el pasado, no podemos ofrecer el futuro.
Al final sólo queda la gratitud. Nada es posible al margen de esto. Si no hacemos realidad esta gratitud, no nos difereciamos de un animal.
Sábado 1 de enero de 2005, once de la mañana
Este otoño leí un artículo que contaba que en los tiempos más antiguos cuando un campesino cultivaba su tierra, un campo, nunca lo cultivaba del todo, siempre dejaba un trozo baldío. Los animales savajes venían a ese trozo baldío y allí procreban.
Esta historia me pareció muy bella. Sobre todo en una época en la que todo ha de ser explotado, en la que no se deja nada para el oto, para el azar, para el sueño. Este trozo de tierra baldía la tenemos que tener todos en nuestro espíritu. Es una forma de ecología del alma. Lo queremos decir todo, explicar todo. Y no se puede. De la misma manera que uno nunca puede quedar completamente satisfecho con la traducción de la palabra hishiryo. Esta inatisfacción es ese trozo de tierra en nuestro espíritu. Ese lugar es muy importante. Es el lugar en el que la vida se regenera, en el que la vida bulle. Por ejemplo, dos personas que se aman quieren decirse todo: "Te lo diré todo". Decirlo todo es matar el amor. No decirlo todo, no es esconder, es proteger.
Lo mismo con los amigos, con los condiscípulos, ser íntimo está bien. Demasiado íntimo es delicado, puede ser nocivo para la práctica.
Esa parte de nuestro espíritu en el que no hemos dado vuelta a la tierra, deja un lugar para la fecundidad, para el misterio, para lo desconocido, para el sueño, para el asombro, para el frescor. Es lo que permite seguir practicano y dejar sitio a la filiación.
Mantener esa parte intacta en nuestro espíritu es un buen deseo. Así podemos dejar un lugar fresco para el año que se adentra. Por ahí entran todos ls budas. Os deseo un buen año.
En medio de las cenizas, esencia y fenómeno han ardido, se han consumio y así dan origen a la unidad. Volver a sentarse en medio de todo ello es la gratiud. Es volver a florecer y arder de nuevo. Si no somos agradecidos con el pasado, no podemos ofrecer el futuro.
Al final sólo queda la gratitud. Nada es posible al margen de esto. Si no hacemos realidad esta gratitud, no nos difereciamos de un animal.
Sábado 1 de enero de 2005, once de la mañana
Este otoño leí un artículo que contaba que en los tiempos más antiguos cuando un campesino cultivaba su tierra, un campo, nunca lo cultivaba del todo, siempre dejaba un trozo baldío. Los animales savajes venían a ese trozo baldío y allí procreban.
Esta historia me pareció muy bella. Sobre todo en una época en la que todo ha de ser explotado, en la que no se deja nada para el oto, para el azar, para el sueño. Este trozo de tierra baldía la tenemos que tener todos en nuestro espíritu. Es una forma de ecología del alma. Lo queremos decir todo, explicar todo. Y no se puede. De la misma manera que uno nunca puede quedar completamente satisfecho con la traducción de la palabra hishiryo. Esta inatisfacción es ese trozo de tierra en nuestro espíritu. Ese lugar es muy importante. Es el lugar en el que la vida se regenera, en el que la vida bulle. Por ejemplo, dos personas que se aman quieren decirse todo: "Te lo diré todo". Decirlo todo es matar el amor. No decirlo todo, no es esconder, es proteger.
Lo mismo con los amigos, con los condiscípulos, ser íntimo está bien. Demasiado íntimo es delicado, puede ser nocivo para la práctica.
Esa parte de nuestro espíritu en el que no hemos dado vuelta a la tierra, deja un lugar para la fecundidad, para el misterio, para lo desconocido, para el sueño, para el asombro, para el frescor. Es lo que permite seguir practicano y dejar sitio a la filiación.
Mantener esa parte intacta en nuestro espíritu es un buen deseo. Así podemos dejar un lugar fresco para el año que se adentra. Por ahí entran todos ls budas. Os deseo un buen año.
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