Llegamos a la segunda parte de la sesión, el momento en que todos debemos entrar profundamente en nosotros mismos.
Hay un capítulo del Shôbogenzô del maestro Dogen, Muchû Setsumu, que podría traducirse como "hablar del sueño en el sueño". No se trata del sueño nocturno ni del sueño premonitorio sino del sueño de los Budas y de los Patriarcas, de vuestro propio sueño.
¿Qué sueño tenéis para vuestra vida? ¿Qué sueño tenéis para vuestro dojo?
Generalmente, cuando se dice de alguien que sueña es que está en otra parte, que se escapa. Aquí el sentido es algo distinto. Podríamos decir que este sueño es el momento en el que nacen las simientes.
Muchos de vosotros habéis recibido la ordenación. Algunos hace muchos años, otros van a recibirla al final de esta sesshin. En el momento de la ordenación tenemos una fuerte aspiración, un sueño generoso.
Durante esta sesshin voy a hablaros de esto, del sueño de los Budas y de los Patriarcas, de vuestra ordenación y de los Cuatro Inmensos Votos. Triturar estos tres puntos. Cuando Buda gira una flor entre los dedos, también podemos emplear la expresión triturar. Triturar quiere decir tener siempre el espíritu despierto.
Incluso 20 años después, 30 años, 40 años ¿qué voy a hacer de mi ordenación, de mi sueño? ¿Qué hago de este sueño? Todos debemos preguntárnoslo sinceramente.
Recibir la ordenación es al mismo tiempo una gran reponsabilidad, un gran sueño. Observad lo que ha pasado con el yoga. La sociedad occidental lo ha engullido. Tras su digestión ha salido como un producto de consumo, como una técnica de bienestar, una crema para la cara. Así que debemos tener cuidado para que el zen de los Budas no siga el mismo camino.
Por eso, durante esta sesshin no os durmáis. Possible dream, not possible sleep.
cuatro y media de la tarde
Sigo con este capítulo del Shôbogenzô, Muchu Setsumu, hablar del sueño en medio del sueño.
Todas las mañanas cantamos los Cuatro Inmensamente Grandes Votos
Por ilimitado que sea el número de seres,
hago el voto de salvarlos a todos.
Por ilimitado que sea el número de pasiones,
hago el voto de cortar con todas.
Por ilimitado que sea el número de Puertas de la Ley,
hago el voto de atravesarlas todas.
Por ilimitada que sea la Vía del Buda,
hago voto de recorrerla del todo.
Estos días he hablado del hecho de creer o no creer. Cuando uno se basa en este punto de vista dualista, siempre está en falso. Hay una realidad para la que no hay palabras. En cierta manera, si se leen estos grandes votos se puede pensar que es irrealizable. Sin embargo, es nuestra práctica.
Alguien me decía el otro día, quizás si se dicen esas cosas es para tranquilizarse uno mismo.
Hay un mondo muy interesante entre Shunryu Suzuki, que vivió en Estados Unidos, y uno de sus discípulos a propósito de estos Cuatro Grandes Votos. el discípulo dice: "Zazen no me plantea ningún problema, pero no me gusta hacer promesas que no comprendo."
Entonces Shuntyu Suzuki le dice: "Si los seres sensibles son innumerables o si nuestros deseos son inagotables, no viene a cuento decir que voy a salvarlos a todos. La promesa que hacemos es una estupidez. No tiene sentido, estoy totalmente de acuerdo contigo."
Sin embargo lo hacemos. ¿Por qué? Porque uno no está contento si n o trabaja por los demás. Todas las mañanas pronunciams los Cuatro Grandes Votos. Lo que está en juego es mucho más vasto. Sólo por razones de comodidad nos limitamos a cuatro grandes votos.
Shunryu añade: "Me alegro de verdad de que tengamos tantos deseos inagotables e innumerables seres que salvar y también que sea prácticamente imposible salvarlos en el sentido de `yo te savo´."
Shunryu toca un punto importante. La gente quiere ayudar. Alguien cae al agua, te lanzas, le salvas y eres feliz. He salvado. Es real, concreto, lógico.
El discípulo de Suzuki no consigue salir de la dualidad.
Se dice de un sutra que cuando se lee un sutra hay que mirar también detrás de la hoja, del otro lado del texto. Es como el kesa. Es muy interesante también mirar detrás. Hay que mirar detrás de los Cuatro Grandes Votos.
Están las palabras pero también lo que hay detrás de las palabras. Podemos ver diversos colores, pero ¿cuántos colores son capaces de ver nuestros ojos? ¿Cuántos sonidos pueden oír nuestros oídos? ¿Qué capacidad de comprensión puede tener nuestra mente?
Por supuesto las palabras son necesarias, pero también está la realidad que las palabras no pueden comunicar. Así que está también lo de detrás de las palabras. Si nos apegamos a las palabras entonces las palabras nunca nos satisfacen. Nunca son perfectas. Es igual que cuando traducimos. Por ejemplo hishiryo. Sensei lo tradujo: "más allá del pensamiento" y, también, "pensar desde lo más profundo del no pensamiento." Pero al final ninguna traducción puede satisfacer del todo. Cada traducción nos brinda una interesante aclaración.
Pero esta no satisfacción es muy importante, de ahí surge la vida. Si uno queda satisfecho, ya estás muerto, contento de ti mismo. ¡Se acabó! ¡He entendido! No satisfacción no quiere decir insatisfacción. Es sólo mantener siempre la mente despierta, fresca.
El discípulo de Shunryu le dice: "Cuando prometo hacer algo, tiene que tener sentido. No puedo hacer una promesa que no tenga sentido."
Entonces Shunryu le dice: "Es sólo arrogancia."
Queremos demostrarlo todo, explicarlo todo. Todo ha de ser absolutamente racional, pero es imposible. Está la comprensión racional de las cosas y de los votos.
También hay que mirar nuestro sueño detrás de los votos. Hay una realidad para la que no hay palabras, que escapa de esa forma dualista, que se ha emancipado de ella. Incluso los grandes textos, los grandes sutras, al final, sugieren algo que se sitúa más allá.
Esa no comprensión, que es el tesoro de un practicante de la Vía, sirve precisamente para triturar eso que está más allá.
Creer, no creer, queremos controar todo siempre y es imposible. Al final uno mismo ha de abandonarse, abandonar el cuerpo y la mente. Como durante una sesshin, a veces el cuerpo está dolorido, te duele, te duele. Si te resistes, aún es peor. Más vale abandonarse.
De todas formas, la infinitud de los colores no puede analizarse con nuestros ojos tan pequeños, lo mismo ocurre con la infinitud de los sonidos, de los olore. Pero se puede abandonar el cuerpo y la mente, dejar que la infinitud de colores entre a través de nuestros ojos, pero no podemos agarrarlos ni atraparlos.
ocho y media de la tarde
Después del zazen se ha hablado mucho del sentido de la palabra "triturar". ¿Es peyorativo o no? El kanji para "triturar" es nen y todos los kanji tienen una clave. Puede ser cielo, agua. En lo que respecta a este kanji es "mano". Este kanji se puede traducir también como retorcer, moler, amasar. Encontramos el kanji nen ge nen -triturar, ge- flor. Triturar una flor. Como Buda que tritura la flor de udumbara, la gira entre sus dedos. Triturar se explica con la mano pero también es triturar con el cuerpo, con la mente.
Muchos caracteres en lengua sinojaponesa se componen con el carácter nen. Nenko: triturar las palabras antiguas; nengo: triturar las palabras; nentai: triturar los comentarios; nenko: triturar incienso; nenho: triturar juguetes; nentoko: triturar y hacer suyo. Fundamentalmente "triturar" quiere decir "hacer suyo"
Descubrimos zazen pero con el tiempo triturar la postura con el cuerpo la hace suya. Es hacer suyo el cuerpo del Buda. Las palabras de los antiguos, los Budas, los Patriarcas, vienen en forma de sutra, de poema, de koan, grabados en piedra, en papel, vienen con el viento.
Pero para que esas palabras se conviertan en nuestra lengua, nuestro cuerpo, nuestra carne, hay que triturarlas. Si no es sólo una cosa de la mente, palabras de la mente. Triturar es caer y levantarse. Triturar es equivocarse, excusarse, hacer gassho. Es la práctica. Moler la práctica con el fuego de la mente. También es el triturar que nace de la compasión. Incluso si uno se equivoca totalmente, incluso si cometes un error grave, es importante excusarse, hablar, volverse a levantar. Es importante no seguir siendo prisionero. Eso es también triturar.
Cuando recibes la ordenación, recibes al mismo tiempo los preceptos. Es uno de los momentos importantes de la ordenación. Es evidente que después puede ocurrir que infrinjas gravemente los preceptos, dolorosamente. Entonces es importante hablar, excusarse, comprender. A partir de un error grave se puede despertar. Todo forma parte de la práctica.
Igual que el Buda Shakyamuni que hace girar la flor de udumbara, muele la flor de udumbara, los que practican se despojan de su corazón y de su cuerpo para que aparezca la simiente del despierto. Esa simiente que está haí desde el origen en el corazón de todos los seres de universo.
Del mismo modo, por ejemplo, si hieres a alguien con tus palabras o de otra manera, hablar, excusarte, arrepentirte en el sentido noble de la palabra, es importante. Es liberarse, dar libertad a la persona herida. Al final, las cadenas más duras son las de la mente.
Triturar puede tomar distintas formas: nuestros errores, palabras de los antiguos, zazen, el estudio. De ahí nace la compasión, el amor.
Después del zazen se ha hablado mucho del sentido de la palabra "triturar". ¿Es peyorativo o no? El kanji para "triturar" es nen y todos los kanji tienen una clave. Puede ser cielo, agua. En lo que respecta a este kanji es "mano". Este kanji se puede traducir también como retorcer, moler, amasar. Encontramos el kanji nen ge nen -triturar, ge- flor. Triturar una flor. Como Buda que tritura la flor de udumbara, la gira entre sus dedos. Triturar se explica con la mano pero también es triturar con el cuerpo, con la mente.
Muchos caracteres en lengua sinojaponesa se componen con el carácter nen. Nenko: triturar las palabras antiguas; nengo: triturar las palabras; nentai: triturar los comentarios; nenko: triturar incienso; nenho: triturar juguetes; nentoko: triturar y hacer suyo. Fundamentalmente "triturar" quiere decir "hacer suyo"
Descubrimos zazen pero con el tiempo triturar la postura con el cuerpo la hace suya. Es hacer suyo el cuerpo del Buda. Las palabras de los antiguos, los Budas, los Patriarcas, vienen en forma de sutra, de poema, de koan, grabados en piedra, en papel, vienen con el viento.
Pero para que esas palabras se conviertan en nuestra lengua, nuestro cuerpo, nuestra carne, hay que triturarlas. Si no es sólo una cosa de la mente, palabras de la mente. Triturar es caer y levantarse. Triturar es equivocarse, excusarse, hacer gassho. Es la práctica. Moler la práctica con el fuego de la mente. También es el triturar que nace de la compasión. Incluso si uno se equivoca totalmente, incluso si cometes un error grave, es importante excusarse, hablar, volverse a levantar. Es importante no seguir siendo prisionero. Eso es también triturar.
Cuando recibes la ordenación, recibes al mismo tiempo los preceptos. Es uno de los momentos importantes de la ordenación. Es evidente que después puede ocurrir que infrinjas gravemente los preceptos, dolorosamente. Entonces es importante hablar, excusarse, comprender. A partir de un error grave se puede despertar. Todo forma parte de la práctica.
Igual que el Buda Shakyamuni que hace girar la flor de udumbara, muele la flor de udumbara, los que practican se despojan de su corazón y de su cuerpo para que aparezca la simiente del despierto. Esa simiente que está haí desde el origen en el corazón de todos los seres de universo.
Del mismo modo, por ejemplo, si hieres a alguien con tus palabras o de otra manera, hablar, excusarte, arrepentirte en el sentido noble de la palabra, es importante. Es liberarse, dar libertad a la persona herida. Al final, las cadenas más duras son las de la mente.
Triturar puede tomar distintas formas: nuestros errores, palabras de los antiguos, zazen, el estudio. De ahí nace la compasión, el amor.
0 pensamientos +:
Publicar un comentario