Un cuentecito muy pequeñito

Había un maestro zen del que se decía que, además, lo sabía todo sobre la Biblia.

Ortiga, la amiga de Ane, se consideraba (aunque no lo dijera en voz alta) igualmente erudita y decidió ponerle a prueba más que nada para dejarse claro a sí misma que ella sabía más. Éso la importaba mucho.

Lo primero que le preguntó fue: "¿Cuántas veces ha leído la Biblia, maestro?" (Lo de "maestro" lo dijo con un poco de retintín, las cosas como son).

Él contestó: "Nunca he leído la Biblia. No lo necesito. Si se comprende un solo verso de Ella, se la ha comprendido entera."

Ortiga, picada, volvió a interrogar como solamente ella sabe hacerlo: "¿Y cuál ese verso?"

"Jesús lloró", fue la respuesta. Un buda más que sintió y padeció. Porque cuando Dios toma por asalto un humano, el humano, al principio, llora. Después ríe y también puede seguir llorando. Y Jesús fue un humano habitado por un dios. Está dicho. No lo invento.

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