Once de la mañana
Los Cuatro Inmensamente Grandes Votos sugieren algo que está más allá. Está la comprensión racional de las cosas, de los votos, pero también detrás de las palabras. Está también nuestro sueño. En esta parte del sueño nacen nuestras esperanzas, nuestras aspiraciones. Por ejemplo, en lo que concierne al Templo de la Gendronnière que creó el maestro Deshimaru, todo partió de un sueño. No del sueño nocturno, sino del sueño como simiente, como aspiración, como voto.
En el capítulo Muchu Setsumu, los kanjis son interesantes. El ideograma mu, yume, lleva como clave la noche y para el cuerpo, el velo. Etimológicamente designa los velos de la noche que nos impiden ver. Incluso la antigua pronunciación de la palabra sueño, ime en japonés: i, el dormir; me, ojo, visión, mirada, es decir, el ojo del dormir. Es gracioso. Nosotros los occidentales decimos `tener sueños´, y en Oriente dicen `ver sueños´.
Aquí, el sueño no está en oposición a la realidad. En absoluto. Aquí, no es sinónimo de ilusión. Quizás ya conocéis la historia de los monjes que vivían con el maestro en un Templo. El maestro insistía en la práctica, zazen, samu. Había algo que sorprendía enormemente a sus discípulos. En el momento del samu de la tarde el maestro iba a echarse la siesta. Se dormía. Así que un día, en un mondo, un discípulo se acercó y le dijo: "Por favor, maestro, me gustaría hacerle una pregunta. ¿Por qué va durante el samu a echarse la siesta?" El maestro contesta: "No voy a echarme la siesta. Sólo me acuesto y luego me voy en sueños a ver a los Grandes Maestros de los Tiempos Pasados para hablar de la Vía". Los discípulos quedaron totalmente impresionados. Nadie le volvió a plantear la cuestión.
Meses más tarde el maestro se levanta de la siesta y ve que el discípulo que le había planteado la pregunta no estaba en el samu y manda que le vayan a buscar. Estaba echándose la siesta. El maestro se enfada:"¿Por qué no estabas haciendo samu? No es el momento de echar la siesta." El discípulo rápidamente contesta: "No estaba echándome la siesta. Estaba acostado para ver a los Maestros de los Tiempos Pasados." El maestro le dice: "¿Les has visto?", "Sí", dice el discípulo. "¿Y qué te han dicho?" "Que nunca le han visto a usted."
Evidentemente Dogen no habla de este tipo de sueño. Muchu setsumu: sueño. Designa también arrebato, entusiasmo, quedar transido. Habla también del no-yo en medio del sueño, absorto, cautivado por el total olvido de uno mismo, de lo que colma nuestro corazón.
Mañana habrá ordenaciones. En el momento de la ordenación hay un gran entusiasmo, un arrebato. Algunos han recibido la ordenación hace muchos años. Diez años, veinte, treinta años más tarde ha llovido mucho. El viento borra las huellas de los primeros días. ¿Qué queda de nuestros sueños?.
El maestro Deshimaru hablaba constantemente del espíritu del principiante. Aprendáis lo que aprendáis en la vida, el número de los años trae el saber, la experiencia, lo adquirido, la posición. Pero, en lo que concierne a la Vía, siempre es el principio.
Decía ayer: ese lugar en nuestra mente de no-conocimiento, de no-satisfacción, es un tesoro. No quiere decir ignorancia. Ningún bastón puede aclarar nuestro solitario caminar. En tanto que monje o monja ¿qué sitio le dejamos a Buda? Claro está, cada uno tiene su vida: el trabajo, la familia. Pero al final, nada es un obstáculo. Nada es un obstáculo si dejamos sitio.
Evidentemente todos hacemos zazen por la mañana, recitamos los Cuatro Inmensamente Grandes Votos, después está el momento de la ordenación, de la decisión personal. Al mismo tiempo no es sólo personal. También es el fruto de las simientes en el Cielo, de los Sueños Antiguos. No estamos solos. De la misma manera, la razón de nuestra presencia aquí se sitúa más allá; Sabiduría, está la Sabiduría. El fruto de las antiguas simientes que se han alimentado en el velo de los Antiguos Sueños.
Cuatro y media de la tarde
Mondo
Sueño con una cosa. El zen existe desde hace más de veinticinco años en Quebec y estaría muy bien si pudiéramos tener un lugar en el que poder practicar de forma regular y hacer sesshines. ¿Qué piensas?
Puede ser una buena idea, está claro. Lo importante es, como decía Sensei a menudo, volver al mismo lugar. Es como cavar, cavar, cavar una vida universal. Es importante. Tenemos Kinkora que es un buen lugar, podemos bañarnos, lo que es más bien original durante una sesshin, pero tener un lugar totalmente apropiado para la práctica, que se concibe como un lugar de práctica, es diferente.
Para que se consiga algo así tenéis que llevaros bien, los diferentes responsables, todo el mundo, tiene que estar de acuerdo. Para que se consiga algo así, si no todo el mundo va en la misma dirección, será agotador para los que se lancen al proyecto. No sé cómo son los precios en Quebec, pero en Europa está todo muy caro. Hay que pensarlo bien. Si no todo el mundo está motivado, es difícil. Pero en esencia es buena idea. ¿Sería un Templo o un lugar para sesshines?
Es como la simiente. Hace mucho tiempo que estamos pensando en ello, tú has hablado del momento oportuno, del momento favorable. Antes había problemas entre Quebec y Montreal, ahora creo que vamos en la misma dirección. Lo tendría que querer todo el mundo, sé que no somos muchos, hay muchas cosas, pero me parece que es un buen proyecto.
Si pensáis en un Templo se necesita un maestro. Para atraer a gente es necesario que haya alguien detrás del proyecto.
¿Y si tú vinieras aquí?
No puedo dividirme. Entre la Gendronnière... A veces estoy cansado. Es todo muy difícil. Díselo a Bego, verás cómo no le gusta nada. Puedo ayudar pero estar aqui todo el tiempo es imposible.
Recuerdo que Sensei, cada vez que teníamos un proyecto, ya fuera abrir una tienda, un restaurante, un Templo, él siempre preguntaba, ¿qué espíritu, qué intención hay detrás? Era lo único que le interesaba. Por eso, cuando construyó la Gendronnière, decía todo el tiempo, "no importa, puede durar sólo diez años. El espíritu que se genera ahora es lo importante. Si la cosa degenera, lo quemamos todo y volvemos a empezar." Era difícil, yo veía las dificultades que él tenía, las veía como discípulo turbulento. Y ahora las veo como responsable de la Morejona y me doy cuenta de lo difícil que es. Lo veo todo de forma distinta. Recuerdo que Sensei se enfadaba cuando los técnicos venían y les decía "quiero hacer esto así". Ellos decían: "Nosotros somos los profesionales..." Le ponía de los nervios. Yo, ahora, me encuentro con los mismos problemas. Gente que llega a la Morejona y que dice que nosotros somos los profesionales, sabemos cómo. No, no, no. El espíritu que está detrás es lo único importante.
El primer punto importante es que la ciudad de Quebec y la de Montreal practiquen juntas en las sesshines. Me hace muy feliz. Es, de todas formas, evidente, pero se ha tardado diez años en conseguir. De verdad, me encanta. Aunque venga a hacer sesshines aquí, si todo el mundo no abandona una parte de sí mismo para practicar juntos, no se conseguirá. Comprendo los conflictos humanos, todos los tenemos. Pero en tanto que monje o monja, cuando vemos, por ejemplo, los problemas que existen entre Palestina e Israel, si nosotros no podemos resolver estos pequeños conflictos, no podremos nunca hacer realidad los Cuatro Inmensamente Grandes Votos.
Volviendo a tu pregunta, todo es posible pero, insisto, hay que saber que es algo pesado, que puede resultar bien si todo el mundo está de acuerdo. Siempre habrá alguien que tire adelante, pero es necesario que todo el mundo esté de acuerdo. A vosotros os toca reuniros y ver si realmente tenéis ganas. Puedo entender vuestro sueño, un lugar en el que se pueda tener un dojo. Yo lo estoy haciendo, así que lo entiendo. Repito, lo importante es el espíritu que está detrás de todo esto, si todo el mundo participa en esa intención, en la disponibilidad para hacerlo y quiere lanzarse a un proyecto de esas características. Tenéis que hablarlo entre vosotros y saber, de verdad, qué es lo que queréis.
Es tiempo, trabajo, fines de semana. Me doy cuenta de que en la Morejona, por ejemplo, y ahí estoy yo tirando del proyecto, no siempre es fácil. La gente tiene familia, trabajo, y lo entiendo, no lo critico. A veces protesto, pero en el fondo de mi corazón lo entiendo. Mi papel es protestar pero en el fondo de mi corazón, lo entiendo.
Durante la agonía de mi madre la visité en el hospital y cada cuatro horas le ponían morfina y en su habitación vi a otras personas enfermas terminales de cáncer que sufrían. En su estado hubiera preferido ser yogui.
Creo que ante la muerte todo el mundo sufre. Tampoco hay que exagerar. El yogui, el monje zen... ante la muerte, todo el mundo está ante la muerte y todo el mundo sufre. A veces con serenidad, a veces con dolor, pero no hay que hacer películas. Eso es lo verdaderamente importante. Acabo de terminar el coloquio "Vida y muerte".
¿Qué dijo Sensei antes de morir? "Me duele", ita, ita, ita, me duele, me duele, me duele. Por gran maestro que fuera, es todo lo que dijo. ¿Por qué? Porque le dolía. A algunos maestros les da tiempo de escribir un maravilloso poema. También está muy bien. Hay alguno que le dijo a su maestro: "Por favor, vuestras últimas palabras." El maestro le pegó un buen sopapo.
Hay muchas formas pero, ante la muerte, algunos se dice: estupendo, no tengo miedo a la muerte. Pero si estás enfermo en un servicio oncológico, efectivamente es duro. En mi opinión seas yogui o no, eso no cambia nada. Quiero decir que uno se ve confrontado a sí mismo, a la muerte, pero yo prefiero ser monje. No creo que sea mejor que ser otra cosa. Es sólo lo que soy y no tengo ganas de seryogui. No tengo ganas de ser otra cosa y no puedo ser otra cosa que lo que soy. Ése es el punto importante. No puedo escapar de mi vida de Raphaël, así que más vale tomarla entera y practicar. Así, en el momento en que me encuentre ante la muerte, haré lo que pueda. Ya veremos.
Mi abuela también murió de cáncer. Étienne, mi mejor amigo, también. Conozco estas cosas y al final, ante la muerte, todo el mundo es; sólo puedes ser sincero, no hacer películas y cuando se trata de alguien cercano, ayudarle. ¿Cómo ayudarle? Cogiéndole de la mano, ayudándole a pasar, a no tener pesadumbre. Ayudar a alguien a morir es importante.
Me acuerdo que hace doce o trece años, cuando dirigía el dojo de París, alguien me dijo que había una mujer moribunda en el hospital que quería conocer a un maestro zen. Fui a verla. Era una mujer muy guapa que tenía un cáncer generalizado, era joven, treinta y cinco o cuarenta años. Me quedé impresionado, yo no estaba acostumbrado, no era alguien a quien yo conociera. Lo que me sorprendió es que, por más que fuera godo, por más que fuera Raphou, estaba ante alguien que sufría y me topé con mis límites. Yo era más joven, es cierto, e intenté hablarle. Al final hice lo que mejor sé hacer, le cogí la mano. Entonces pude comunicarle algo, decirle algunas palabras. En esos momentos no puedes hacer trampas. No puedes andar con rodeos y lo mejor que puedes hacer es ver que lo que es duro cuando dejas la vida y pasas de la vida a la muerte es tener pesadumbre, deudas, rencor, odio. Eso es horrible. Lo mejor que puedes hacer pra ayudar a alguien a morir es ayudarle a que se libere de todo eso. Para que se vaya sin deudas, sin odio, sin pesadumbre. Ése es el mejor regalo que se puede hacer. En ello, yogui, monje zen... Hay grandes bodhisattvas que no son ni yogui ni monje zen y que ayudan sobremanera a hacer ese camino.
ocho y media de la tarde
Llegamos a la última noche de esta sesión. A lo largo de la sesión varias personas me han dicho que estaban emocionadas porque la gente de Quebec y la de Montreal de nuevo practican juntas. Yo también.
Es importante practicar juntos, confrontarse. en nuestras vidas estamos solos, somos libres de practicar. Pero cuando abandonamos algo, podemos estar menos obstruidos, con menos paquetes, menos maletas. Entonces la práctica se revela como práctica.
Por supuesto, podemos practicar solos, no está mal. Pero así podemos caer con facilidad en la autocomplacencia. La tendencia humana es pensar que somos los mejores. Mi maestro es el mejor ¡qué estupidez! Simplemente saber lo que hemos de hacer. Recibir, aceptar la eneñanza del Buda.
Comprender la dimensión sagrada, religiosa, de nuestra existencia en las cosas más vulgares, en las cosas más concretas. Poco a poco esta dimensión desaparece de nuestra civilización. Fijaos ahora en qué pone la gente la dimensión sagrada: los ídolos, las estrellas de cine, de música, las top models, las estrellas de rock. Así es, mientras que esta dimensión deberia existir en cosas como las comidas, el baño, lavarse, hablar, callarse, permanecer en silencio.
Recuperar esa dimensión sagrada a través de las cuatro categorías de la vida cotidiana: la forma de andar, de estar, de sentarse, de acostarse.
Oír, escuchar la enseñanza que no tiene lengua. No escuchéis sólo las palabras, dejad sitio a Buda.
Triturad, haced vuestro el sueño de los budas y de los Patriarcas. Abandonarse en medio de este sueño no es una historia personal. No es como un sueño que se enrrolla en torno al ego. Id allá donde los antiguos han soñado, allí donde sus simientes están aún frescas.
Claro, está el sueño como ilusión, pero también el sueño como simiente, como antecámara de la realida.
Sed amigos del Buda, sed amigos de la Vía, sed amigos de vosotros mismos; así, vuestros problemas, vuestros enredos, como decís, no serán importantes. Sólo dejad sitio.
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