Conmovida

 
(Es cocinero de oficio y pertenencia........... desde que nació prácticamente)

Conozco un maestro zen que no ha practicado zazen en su vida. Ni incienso ni sanpai ni kimono ni kesa. Casi no sabe qué cosa es el zen. Pero está hecho a escuadra y cuando estás cerca de él y habla, de pronto todo ocupa su lugar: la comida no se tira y el agua caliente del grifo es un milagro que agradece.

Tiene una historia turbia que lamenta y quiere reparar el daño hecho de forma que no produzca ni una pizca más de dolor en aquel a quien ofendió. No cuida de sí: cuida del ofendido. Esa es la forma correctamente hermosa de reparar el daño hecho.

Pocas veces he estado cerca de alguien tan de verdad y tan honesto. Pocas porque no hay tantos y tengo que decir en alto que es un hombre bueno que puede ser muy malo, igual que todos nosotros. Justo eso: que puede ser muy malo y elige no serlo, es lo que hace tan valiosa su elección. Y la nuestra.

Ojalá no me atara el secreto y pudiera contar su vida. Lo que sí puedo hacer es desear que siempre quede, al menos, uno como él en el mundo porque entonces, claramente, la Luz va a ganar una vez más y como siempre.

2 pensamientos +:

Siddharta dijo...

Maravilloso texto, Ane.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Gran ejemplo.

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