Campo de Verano en la Gendronnière 4-11 Agosto, 2000

Preparación
Primer día, ocho de la mañana
Estamos en la segunda mitad de este campo de verano. Llegan nuevos permanentes, otros, ya algo cansados, se quedan. Como habéis podido notar, hemos establecido nuevos horarios. El primer campo de verano con el maestro Deshimaru, en Lodève, sólo duró un mes, tres sesiones con sesenta u ochenta personas. ¡En aquella época nos pareció larguísimo! ¡Nadie estaba acostumbrado a la práctica de zazen y al final del mes estábamos agotados!

Sensei estableció horarios para personas poco acostumbradas a la práctica. Si siguiera vivo, muchas cosas habrían cambiado.

Algunos dicen a veces que la enseñanza de Sensei era perfecta, completa y que no hay que cambiar nada; otros piensan que su enseñanza no era perfecta y que hay que mejorarla. Yo, por mi parte, pienso que la enseñanza del Buda quedó depositada aquí, que era perfecta, completa, pero que, para que mantenga su plenitud, hay que evolucionar, crecer. Es como la postura de zazen. La primera vez, te sientas y es totalmente Buda. El final y el origen se unen. Sin embargo, si con vuestra mente permanecéis un instante en esa postura, instantáneamente es como una habitación en la que no se hubiera renovado el aire durante siglos: desprende un olor espantoso. ¡Abrid la ventana, por favor! la ventana de vuestra mente.

Lo mismo ocurre con el kesa. El tejido, antes de estar cosido, contiene todo su devenir de kesa. Sin embargo, habrá que teñirlo, cortarlo, coserlo, recibirlo, ponérselo, lavarlo, ponérselo, repararlo, transmitirlo...

Sois muy numerosos en esta sesión. Así que, por favor, prestad atención, respetad a los demás. No seáis demasiado ruidosos, allá donde os encontréis en la Gendronnière y no sólo en el dojo. Abrid del todo la ventana de vuestra mente

cuatro y media de la tarde
Hay varios tipos de tos: la de alguien que está enfermo y la de alguien que quiere escapar de zazen; el sonido es totalmente distinto.

A causa de la lluvia hay mucha humedad y tenéis que proteger vuestro cuerpo. Proteger el cuerpo es proteger a Buda. También eso es estudiar la Vía.

Zazen es muy sencillo pero también es una máquina de precisión. Cada punto de la postura está en interdependencia con los demás. Si uno de esos puntos no funciona bien, automáticamente influye en los demás. Así que no dudéis en plantear preguntas al shusso después del zazen. No hay que tener vergüenza. Seguimos aprendiendo durante toda la vida, hasta la muerte. Eso es lo propio de la Vía, si no ya estamos muertos.

ocho y media de la tarde
Incluso si la oscuridad cae poco a poco en el dojo, no os dejéis llevar por el sueño; dejaos llevar sólo por zazen. Tened cuidado con la postura de los dedos. Los dedos son testigos  de vuestra presencia aquí. A veces la punta del dedo meñique duerme. Está ausente. Algo de uno mismo está en otra parte, aún de vacaciones, con la familia, en el trabajo... tenéis que traer aquí eso tan pequeño, la extremidad del dedo meñique.

Los pintores, los poetas han querido captar el momento en el que cae la sombra del crepúsculo a través de sus obras. Pero es muy difícil reproducir su totalidad silenciosa. Sensei hablaba de seguir el orden cósmico. Practicar zazen es sólo eso. Todas las células se armonizan entre ellas con las demás, con la lluvia que cae, con la noche que llega, con el día que nace, naturalmente. La vida se vuelve más sencilla si se sigue la corriente del río.

Segundo día, seis y media de la mañana
Dôgen decía: "Durante el campo de verano no hay separación entre lo ordinario y lo sagrado. Naturalmente la gente que practica se vuelve hacia el país del Buda. Cuando hacen zazen las flores de la sabiduría se abren en el reino del despertar y muchos cuerpos se convierten en un sólo cuerpo apacible".

Un único cuerpo practica la Vía de mi maneras. El que lo comprende se convierte él mismo en un templo de su propio cuerpo.

Si cada cual sigue su propio ritmo, su propia inercia, aparecen entonces gran número de individualidades. Si, por el contrario, nos armonizamos, incluso cuatrocientas personas, como aquí, se convierten en un solo cuerpo apacible. El número no es importante. Armonizarse es importante, seamos dos, diez, cien...

Ayer por la tarde decía que muchos artistas han querido captar ese momento, hacerlo eterno. Pero nuestra mente, cuando sigue su propia inercia no puede captar la eternidad con palabras ni con pinceles. Cuando la sangha se convierte en un solo cuerpo, no capta la eternidad, se convierte en eternidad, naturalmente.

En zazen, en el dojo, se puede hacer realidad esa unidad. Este año hemos instaurado conferencias sobre el budismo. Hay que escucharlas con ese espíritu. Escucharlas con los ojos, con la boca, con todo el cuerpo.

Ayer hablé de la enseñanza de Sensei y de cómo preservarla. Es como la digestión: masticar, tragar, digerir, evacuar. No te puedes saltar ninguna etapa, te pones enfermo. Y tras haber evacuado, de nuevo hay que tragar, digerir. Si uno se detiene en una de esas etapas, instantáneamente el aire se vuelve irrespirable.

No hay proceso inicial ni proceso final. Es como la rueda del Dharma que gira apaciblemente y no se detiene nunca, en cualquier tiempo, en cualquier circunstancia.

Cuando Sensei construyó este dojo, dijo: "Incluso si sólo aguanta diez años, no importa. Sólo cuenta la práctica" Cuando Dôgen construyó Eihei-ji, dijo: "Incluso si no levanto más que un simple pilar, será para las generaciones futuras la esperanza de mi sueño inacabado"

Muchos cuerpos se convierten en un solo cuerpo apacible. Un solo cuerpo practica la Vía de mil maneras. Esto es lo que todos tenemos que comprender aquí.

En este templo, cuando hay tanta gente, no vale la pena andar con cortesías. Buenos días, buenas tardes, besarse... Si cada cual hace lo que tiene que hacer es como si todos nos conociéramos desde hace tiempo, como si no nos hubiésemos separado nunca. Como un único cuerpo apacible, armonioso.

tres y media de la tarde
Después de la campana habrá una conferencia sobre los doce innen. Es un punto importante del budismo. En el pasado noviembre, durante el coloquio Sangha, los asistentes pidieron que desarrolláramos puntos importantes del budismo. Ahora me he enterado de que en esta sesión hay gente que dice: "No nos interesa, preferimos ir a hacer samu" En nuestra sangha durante mucho tiempo se ha dicho: "Sólo zazen es importante, el resto no es necesario". Otros sólo quieren estudiar.

Abrir una ventana y no mirar sólo para un lado. Sólo estudiar y uno no comprende. Pero a partir de zazen, a partir del pensamiento del cuerpo, el estudio es importante. Durante años hemos pensado de cierta manera, pero podemos cambiar, evolucionar, abrir la ventana, adoptar otros puntos de vista.

Zazen, la postura, rai hai, prosternarse, el espíritu religioso, los preceptos y, por último, el estudio, todos estos puntos son importantes. Evidentemente, según las inclinaciones de cada cual, uno se dirige especialmente a uno de estos aspectos. Pero abrirse a los otros aspectos es esencial.

ocho y media de la tarde
[Una mujer tiene una crisis de angustia]
Cuando aparece una enfermedad es que hay un terreno frágil. También existe esta especie de fragilidad en las personas que buscan la Vía. Existe en todo el mundo. Pero algunos tienen tanto caparazón que nunca sale a la superficie.

Sin embargo, ahí está y cuando aparece se manifiesta la necesidad de la Vía. La necesidad de algo distinto a lo que ofrece la sociedad, la escuela, el trabajo, la familia. Si la fragilidad es demasiado fuerte, como una herida abierta, se hace muy difícil practicar la Vía. Primero hay que curarla.

Es una forma de retomar confianza en el propio cuerpo, en la propia mente para practicar la Vía. Es como la bola de fuego del Hokyo Zanmai: si te acercas demasiado, te quemas. Si te alejas, tienes frío. Esta fragilidad existe en todos, hay que tener cuidado; tener cuidado con uno mismo, con el cuerpo, con la mente.

El Hannya Shingyô de esta noche se lo dedicaremos a esta joven.

Es difícil desarrollar compasión de verdad. Algunos desarrollan compasión apoyándose en sus propias heridas  se equivocan. Carecen de sabiduría.

Tercer día, ocho y media de la tarde
Esta tarde en la conferencia, Olivier ha recordado la primera verdad del Buda, la cuestión fundamental del Buda: ¿Cómo hacer para que cese el sufrimiento? El sufrimiento físico, pero sobre todo el sufrimiento de nuestra existencia.

El Buda se planteó este asunto a propósito de la vejez, de la enfermedad, de la muerte. Cuando uno es feliz, vive como un animal, no necesita hacer zazen. Pero a causa del sufrimiento buscamos la Vía. Ésa es la raíz del budismo: cuestionarse sobre la vida y sobre la muerte.

Dôgen habla de los cuatro caballos: el primero reacciona al ver la sombra del látigo, el segundo cuando el látigo chasquea, el tercero cuando el látigo toca el pelaje, por último, el cuarto cuando el látigo penetra pofundamente en la carne. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Los primeros despiertan al sufrimiento, a la impermanencia, ante la sombra del látigo. Como el maestro Dôgen que, siendo muy joven, despertó al ver el humo de la chimenea del crematorio, cuando incineraban a su madre. Los cuartos, por último, en el momento de la muerte.

El Buda Shakyamuni fue el primero en resolver el problema del sufrimiento. Lo expuso a los demás, expuso su Dharma. En ese momento el budismo no existía. Sólo estaba el individuo Shakyamuni que revelaba el sufrimiento de la existencia y la manera de emanciparse de él.

Ayer decia que todos los que buscan la Vía poseen esta fragilidad, este sufrimiento que surge. Dejar que surja es tomar contacto con la tierra, con el orden cósmico. En cierta manera, cuando este sufrimiento se manifiesta -podéis observarlo- es un espacio favorable, es el espacio de la Vía, es bodaishin, el espíritu del despertar que se manifiesta. en esta herida se enraízan las semillas del despertar.

No se trata de buscar el sufrimiento, de abrir la herida, como tampoco se trata de esconderla. Sólo de observarla. Entonces nuestro cuerpo y nuestra mente se convierten en una tierra fértil, la tierra fértil del despertar. Cada uno de nosotros posee semillas, millones de semillas, tantas semillas como vidas diferentes. La oportunidad de encontrar ese terreno favorable es un momento único. El monje Ryokan decía: "¿Quién puede sentirse seguro ante el curso de los innumerables años?" Llenos de semillas, de las muchas vidas que podéis vivir.

Cuando el sufrimiento aparece en la superficie de vuestra vida, sobre él puede crecer una semilla, tan rara como la flor de Udumbara, la flor que Buda hizo girar entre sus dedos. Por eso es importante no perder este momento.

Muy a menudo Sensei repetía estas palabras "Bad become good" Incluso lo malo se transforma en bueno. El sufrimiento, si dejamos que surja, se convierte en el humus del despertar.

Cuarto día, seis y media de la mañana
Un día hablaba con una dermatóloga. Me decía que es una especialidad muy difícil porque nuestras contracciones, nuestros sufrimientos, el karma, todo sube a la superficie de la piel.

En otros tiempos Platón decía que cuando la enfermedad aparece es como una enseñanza: si se observa como algo exterior estamos ciegos a nosotros mismos.

La misma dermatóloga me decía: "Es curioso, hay personas en las que nunca surge nada, su piel permanece totalmene lisa pero el día en que la cosa surge, es demasiado tarde."

Para escapar al sufrimiento, para no mirar la propia vida, el karma, la gente crea todo tipo de diversiones. En las calles, en los periódicos, en la televisión, en la radio... todo se hace, todo se construye para evitar la mirada íntima sobre la propia vida.

Sensei contaba a menudo la historia de Bodhidharma y de Eka. Es una de las que más se cuentan. Bodhidharma está haciendo zazen. Eka quiere ser su discípulo. Bodhidharma no contesta, Eka insiste: "¡Por favor, por favor!" La nieve, el frío, ¡se corta el brazo! Entonces Bodhidharma acepta. Ambos están en perfecta unidad.

En nuestra vida surgen muchos fenómens, muchas dudas: miedos, angustias, ilusiones, pero Bodhidharma no se mueve. Nieve, llueva, tenga discípulos o no.

Esta historia es simbólica. Sin embargo, en última instancia, es la historia de todos. No es sólo un símbolo. Cada cual debe comprender por sí mismo.

Comprender el propio sufrimiento, las dudas y no moverse. Observar. Dejar que crezcan las semillas. Las semillas de sabiduría, de despertar.

Al final todo el mundo comprenderá. El universo entero comprenderá. Incluso si se necesita tiempo, no hay ninguna duda sobre ello. Así que no perdáis el tiempo.

Ahora es mejor que mañana. Si comprendéis ahora, los demás podrán comprender con rapidez. Tenéis que tener fe en ello.

No hay sólo zen. Es sólo una palabra, un medio, una ilusión. No creéis dualidad. No existe el mundo del zen y el otro mundo. Hay sólo un único cuerpo, un único cuerpo en el universo que, mal que bien, quiere despertar de este sufrimiento.

cuatro de la tarde, mondo.
Esta mañana en el kusen, has dicho que al final todas las existencias serán liberadas. Ya le oí esta frase a Stéphan Thibaut y no comprendí porque las existencias son muy diversas...

He tenido una conversación hace un momento sobre este tema con el shusso. Quizás me he expresado mal. No quedarán salvadas, están salvadas desde su origen. Desde el principio.

En el origen todo es totalmente libre. Así que, fundamentalmente, no hay nada que liberar. Tomemos como ejemplo la compasión, es lo mismo: quieres ayudar, quieres salvar, pero si no comprendes el punto fundamental, es decir, que no hay nada que salvar, entonces no puedes ayudar a nadie. Porque en el origen no hay nada que salvar.

Si no hay nada que salvar ¿por qué practicamos?

Porque la vida aparece y, cuando la vida aparece, aparecen las complicaciones. Nuestra mente complica, formula, crea, vive, muere y, sin embargo, originalmente no hay ada.

Lo puedes comprender por ti mismo. Aparece un pensamiento, lo agarras y ese pensamiento trae otro. Es la reencarnación. Tiene su origen en nuestra mente.

En algunas religiones se habla todo el tiempo de reencarnaciones. En el zen se dice todo el tiempo, y Sensei lo decía,: "No se puede decir ni que sí ni que no"

A la gente le gusta especular a este respecto: si tengo mal karma me reencarnaré en escorpión o en alcachofa. No sé. Si eres bueno te reencarnarás en cisne, por ejemplo. Es una ridiculez, es infantil. Pero lo que sí es cierto es que cada instante que no está completo, que no está acabado, se reencarna en otro instante! Eso sí que es cierto, es la cadena de los innen.

En el origen no hay nada. Pero el deseo crea esto, crea aquello..., el nacimiento, la vida, la muerte. Pero en el origen no hay nada de nada. Entre ambos hay una vida humana. Y la labor de una vida humana es liberarse de ello.

Precisamente mi pregunta es sobre la compasión. Tengo un problema de distancia con la compasión, me vuelvo ineficaz porque me identifico demasiado, sobre todo con el sufrimiento de los niños, de mi entorno. He pensado que practicando zazen conseguiría una cierta distancia pero me doy cuenta de que me paso el zazen pensando en ello.

¿Tienes niños?

No, aún no.

La otra tarde dije que si se desarrolla la compasión apoyándose en las propias heridas, uno se equivoca. Ayer por la tarde Elena vino al salón del godo y me decía que durante el zazen está preocupada por su hijo: "Se va a caer, se hará daño..." Es como todas las madres, es natural. Todas las madres se preocupan, no es grave. Es la vida.

Ahora bien, para ayudar, si te identificas, quedas prisionero. Por eso decía que al final no hay nada que ayudar, a nadie. Porque la gente es libre naturalmente, no son objetos "para salvar". No hay nadie a quien "salvar". Así que, a partir de esto, podéis ayudar a todas las existencias, a partir de zazen, a partir de la sabiduria. Para la práctica hay que llegar a ser íntimo pero no identificarse.

Veo mi propia ineficacia y eso me mina

Verlo ya es un primer paso, hay gente que no lo ve. Quieren ayudar, quieren ayudar, ¡no hacen más que tonterías! Se equivocan. A veces hay que dar un cachete, a veces hay que ser amable. A veces hay que pensar, a veces no hay que pensar. Tampoco hay que partir de la propia emotividad, pues uno puede equivocarse. Todo el mundo puede equivocarse. Una joven me decía en Lisboa: "¡Quiero desapegarme, no quiero tener pasiones!" Sed apasionados, os irá bien. Apegaos y después podréis hablar de desapego.

Lo que me gustaba de maestro Deshimaru es que cuando le hablabas de amor, de sexo, de violencia, de cualquier cosa, ¡naturalmente podía responder! Nunca se escabullía. En su vida había desarrollado una gran compasión.

Todos nos rebelamos ante los acontecimientos en función de nuestro medio social, de nuestro karma, pero así no ayudamos. Uno debe ser libre. Es importante. También el tiempo es importante. El maestro Deshimaru hablaba de robai shin, el espíritu de la abuela. Es la transmisión de Dôgen a Ejo, entre ambos está Tettsu Gikai, un gran discípulo muy inteligente, alguien estupendo. Pero al final Dôgen le dice: "No puedo darte la transmisión pues no tienes el ' espíritu de la abuela'" La abuela es como un canto rodado, las piedras que están al borde del agua durante años y años, las olas las han suavizado, los ángulos están redondeados. Naturalmente tiene gran compasión. Es muy importante en la Vía.

Está muy bien ser profundo, está muy bien tener una fuerte práctica, pero si no se tiene el espíritu de la abuela no es suficiente. La madre se apasiona, la abuela posee dulzura. Quizás tenga las manos callosas pero posee dulzura.

0 pensamientos +:

Publicar un comentario