Sesshin Ibérica. Sevilla 1997, 6-8 de diciembre.

Primer día, once de la mañana.
Haced que la respiración descienda hasta un punto situado tres dedos por debajo del ombligo. Sensei hablaba de ese punto todos los días; hablaba de concentrarse en ese punto y no más abajo. Cada espiración debe ser como una ola. Después es como cuando se lanza una piedra al agua, a partir de ese punto del bajo vientre, todo el cuerpo puede tonificarse, todo el universo, no sólo el cuerpo sino también la mente.

Durante la última sesshin, en el País Vasco, comenté unos poemas de Ryokan. Voy a continuar durante esta sesshin. Anteayer al pronunciar la conferencia en Sevilla, me dije que sería interesante desarrollar los puntos de los que hablé allí, así que los voy a mezclar con Ryokan.

A Sensei y también a Kodo Sawaki les gustaba mucho Ryokan. También en la sangha a todo el mundo le gusta  Ryokan, sus poemas, pero a menudo la gente se equivoca sobre él. Nos gusta pero nadie querría vivir como él.

Esta mañana hacía frío durante zazen y todo el mundo se ha quejado. Ryokan vivía en una ermita con un clima más bien espantoso, en una cabaña agujereada por todas partes en la que el viento penetraba con violencia. Sin embargo su práctica era totalmente pura. Nunca se quejaba. En sus poemas vemos aparecer sencillamente la frugalidad de su vida.
A menudo recibo artículos para la revista de la asociación que imitan en parte el estilo de Ryokan, pero eso no tiene nada que ver, es sólo imitación.

El tema de la conferencia que pronuncié anteayer era: "Vida y creatividad". Así que me pregunté: ¿Cuál es la esencia de una vida, de una jornada de veinticuatro horas? Si hablamos de una vida también podemos hablar de un día. Un solo día de veinticuatro horas es infinitamente pequeño, la esencia de una vida. Para escapar del día, para escapar del instante, siempre buscamos el pretexto del tiempo; el tiempo en su duración, la duración de una vida, de un siglo, de diez siglos. Al final, alargar el tiempo también es escapar del tiempo, escapar de este instante, de aquí y ahora. Con todo, el tiempo, incluso en su noción más infinita, inmensa, tiene como unidad un instante.

Por ejemplo, durante esta sesshin de dos días y medio tenéis que habitar cada instante. Cada instante, cada momento, del todo. Habitar cada instante es crear el tiempo infinito.

¿Qué hacemos en un día? ¿Qué hacemos en una vida? En primer lugar están el despertar y el sueño; el movimiento y la inmovilidad; también está nuestra relación con lo que está en el interior y lo que está en el exterior de nosotros, a saber, los cuatro elementos: el aire, la tierra, el agua, el fuego. También están la palabra y el silencio y también las relaciones humanas, el trabajo, comer, la sexualidad o, al menos, la energía de la sexualidad. Por último, la salud y la enfermedad.

La forma en que cada uno de nosotros abordamos estos ocho puntos es muy importante.

Por ejemplo, el Buda en el Sutra del Loto dice: "Expongo la Ley, esté andando o permanezca de pie, esté acostado en el suelo o sentado en mi trono, lleno de gozo todo el universo. Semejante a una nube que vierte por todas partes el mismo agua, siempre generoso con los hombres más rastreros como con los más virtuosos, con los malvados como con los hombres perdidos, con aquellos que enseñan falsas doctrinas y falsas opiniones, incluso con aquellos cuyas doctrinas y opiniones son sanas, y con la infinidad de seres humanos"

Cada instante de este día tiene que quedar completamente habitado. Por supuesto en primer lugar están el despertar y el sueño, la vida y la muerte.

Ryokan dice en un poema:
"Mi único fin: ser un monje vagabundo
¿Cómo he podido entretenerme tanto
Llevando cántaros de agua?
Me despido de mi viejo maestro
Y animoso parto
Por la mañana subo a la cima del pico solitario
Por la tarde atravieso las oscuras aguas del mar
Las palabras son incapaces de decir la verdad
Por eso hice voto de no descansar jamás"

Por la mañana, subo a la cima del pico solitario, por la tarde atravieso las oscuras aguas del mar: es el nacimiento de una vida, de un día y al mismo tiempo el momento de la muerte, ir a acostarse. Entre estos dos momentos es importante habitar cada instante, no retrasarse.

Nunca hemos tomado tantas drogas y medicamentos para vivir y morir, para levantarnos, para acostarnos, como hoy en día. Al querer crear la vida artificialmente, se dilapida la herencia recibida de nuestros padres pero también la del Buda. No dilapidar esta herencia es lo primero en la conciencia de un monje, el primer paso del buda.

El sueño es un tiempo misterioso, diferente para cada cual. Corresponde a ciclos que cada cual debe encontrar. Tomar conciencia de ellos también es poder levantarse, poder nacer. Por eso Ryokan dice: "¿Cómo he podido perder tanto tiempo?.

Dôgen siempre recuerda el respeto que debemos tener hacia nuestros padres que nos han dado el cuerpo y la mente. No dilapidar esta herencia es ponerse sobre los hombros el gran principio del universo.

Entre la subida al pico solitario y las oscuras aguas del mar, se desarrolla toda una vida y Ryokan hace votos de no descansar nunca. Este compromiso podemos hacerlo nuestro todos. Por favor.

Cuatro y media de la tarde
Entre la subida al pico solitario por la mañana y la travesía de las oscuras aguas del mar por la tarde, ha pasado toda una vida. Si el bodhisattva sube al pico solitario no es para buscar su propio despertar. Por eso es importante no dormir durante zazen, comprender, despertar a la propia vida.

Dôgen dijo un día: "Cuando desperté al peligro de mi vida, comprendí que la vía más grande es la del Buda" Es comprender la impermanencia, mujo. Despertar es importante.

Si comprendemos el sentido de la vida, podemos hacer realidad la más elevada de las vidas.

En el Shobogenzo hay todo un capítulo en el que Dôgen compara el despertar de los seres humanos con cuatro caballos. Uno de los caballos avanza con sólo ver la sombra del látigo; otro al oír el sonido del látigo; el tercero, cuando el látigo le golpea y el último, cuando el cuero del látigo le desgarra la carne.

Lo mismo ocurre con los seres humanos. Algunos oyen la Vía con sólo ver un cartel o un libro sobre el zen. Oyen y se levantan. Otros, cuando les llega la muerte de alguien de su entorno. Otros sólo comprenden el peligro de su vida cuando alguien de su familia muere. Otros, por último, en el momento de su propia muerte.

Por eso, tradicionalmente en la entrada de los templos zen se caligrafía: "Aquí sólo pueden entrar los que se sienten concernidos por la cuestión de la vida y de la muerte"

Es bodaishin, el espíritu del despertar, el espíritu que os hace levantaros por la mañana, subir al pico solitario.

Algunos siempre temen acostarse por la noche, retrasan el momento. Otros pasan la vida en la cama. Despertar a bodaishin, al peligro de la propia vida, es hacer realidad lo más elevado que hay, lo más  noble, lo más importante.

A menudo es difícil. En la actualidad la gente tiene miedo de observarse y se evaden con las drogas, la música, el sexo, el alcohol, el poder, las exclusiones, las guerras.

Despertar a la propia vida no quiere decir volverse serio, sino simplemente estar vivo, completamente vivo, de pie, completamente de pie, con los ojos abiertos.

Zazen enseña exactamente la postura de la que nacen todas las posturas de la vida. De esta manera podemos abandonarlas en la subida la pico solitario pero también en las aguas oscuras del mar, abandonar el cuerpo y la mente.

A través de todos los comportamientos de los que he hablado esta mañana -el movimiento, la inmovilidad, las comidas, las relaciones humanas, la relación con los cuatro elementos, la sexualidad, la palabra y el silencio, la salud, la enfermedad-, podéis seguir el orden cósmico, seguir a la sangha, seguir a los demás. De nada vale tener ambición. Es un problema espiritual, un problema del espíritu.

Sensei a menudo decía: "En el origen está el Espíritu". El problema de nuestro espíritu, de  nuestro espíritu profundo no es un problema social. No mezcléis las cosas, así podréis incluirlo todo en vuestra vida, sin dualidad, sin altibajos, sin arrebatos, como el Buda que, cuando ve la estrella de la mañana, se levanta, va hacia los demás, sin descansar nunca, nunca cansado.

Si comprendemos con el cuerpo, si despertamos al peligro de nuestra vida, directamente podemos comprende qué es lo importante, podemos ir directamente al pico más elevado.

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